Después de aclarar que apoya la ley de medios, por «desconcentradora», el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel se sumó al club de las viudas de la ley de medios.
«Apoyo esta norma que impulsa el Gobierno en contra de la concentración mediática, pero espero que no se termine suplantando un monopolio empresarial por otro del Estado», afirmó Pérez Esquivel en una columna que escribió para el diario Perfil en defensa de la Corte Suprema, atacada por Hebe de Bonafini en duros términos.
La aclaración del dirigente del servicio de Paz y Justicia implica una discreta toma de distancia de la política del gobierno Kirchner para los medios. Pero además, confirma la ingenuidad de muchas personalidades que apoyaron una ley academicista alejada de la realidad, retrógrada conceptual y tecnológicamente, y que hasta en sus aspectos positivos (que los tiene, claro) es imcompleta. Por ejemplo, para el caso de las organizaciones no gubernamentales que accedan a licencias de radio y televisión, que no tienen formas de financiamiento transparantes y podrían terminar siendo apéndices de la radiodifusión del poder de turno.
Pérez Esquivel publicó su columna días antes de que la Corte hiciera pública su decisión respecto de la medida cautelar sobre el artículo 161 (plazo de un año para desinvertir) que terminó confirmando. «Finalmente, la Corte terminará resolviendo según su criterio y en libertad. Ya los jueces han dicho que la marcha [en la que Bonafini pronunció su discurso anti-turros no incidirá en su decisión. No actuarán bajo presión». Finalmente, eso fue lo que sucedió.
Otro que se manifestó contra la manera en la que se está aplicando la ley de medios y contra la política general del kirchnerismo en materia de libertad de prensa fue el cineasta y diputado nacional Pino Solanas, líder de Proyecto Sur. El dirigente, defenestrado permanentemente por el oficialismo, dijo días atrás a Radio Continental: «Nosotros, cuando salió la Ley de Medios, nos opusimos al artículo 161. Decíamos que el plazo de desinversión debía ser de dos años.Tampoco tiene autonomía absoluta la Autoridad de Aplicación». Cuando se aprobó la ley, Solanas era diputado electo. En el Congreso, los diputados de su bloque, junto a otros legisladores del denominado centroizquierda, permitieron el tratamiento y la aprobación de la norma, a la que dieron su voto positivo.
El primer posicionamiento público con cuestionamientos a la aplicación y reglamentación de la ley de medios de alguien convencido de sus beneficios fue el de la diputada Cecilia Merchán, que apoyó la sanción de la ley. Ahora, para Merchán, el Gobierno traicionó el espírituo de la ley de medios.
Sospecho que habrá más arrepentimientos, aunque parezcan simples distanciamientos.
Ay dios. ¿Dónde está la «viudez»? Critican aspectos que siempre criticaron y siguen manteniendo su apoyo en general a la ley. ¿Dónde están los arrepentidos? ¿Es necesario mentir para hacer periodismo, José? Sé honesto con los títulos, que acá tenés la libertad de elegirlos vos y no tus editores.
Trato de ser siempre honesto. Puede ser una exageración, y está bien que opines distinto, pero hay una realidad muy clara: muchos de los intelectuales y políticos que apoyaron a pie juntillas la ley de medios hoy toman distancia, poca o mucha, van corriéndose bien lejos de lo que finalmente se está haciendo con esa norma (cuyos resultados son, hasta ahora, más ridículos de lo esperado). Saludos
En este caso, ni Pino ni Esquiven apoyaron «a pie juntillas» la ley. Pino se la pasó criticándola y su bloque casi no la vota, pero al final forzó modificaciones y la votó, por considerarla (acertadamente a mi juicio) muy claramente superadora de la ley anterior (que iba a ser muy difícil de reemplazar en otra oportunidad si se dejaba pasar ésta: considerá que costó 30 años cambiarla). Aún así, su bloque mantuvo disidencias en particular y votó en contra de varios artículos. Pérez Esquivel, si bien no es diputado, tampoco nunca fue oficialista, apoyó nuna la dijo perfecta. Los especialistas en políticas de comunicación que apoyaron la ley (Becerra por ejemplo, entre muchos otros) tampoco dijeron nunca eso: yo mismo escuché y leí a muchos, en debates públicos antes de su sanción, decir que la ley podría ser mejor en varios aspectos (la dificultad para la producción de contenidos en el interior siempre fue mencionada, aunque sin por eso tomar tu actitud de decir que hay que comprar todo de Buenos Aires -o de EEUU o México- y listo; y esto es sólo un ejemplo). También escuché mil veces, antes de la sanción, a diputados (Macaluse) y estudiosos del tema criticar los tratados de inversión bilateral que iban a permitir que Telefónica zafara de la ley (a menos que Argentina se fuera de esos tratados, cosa que podría hacerse). En fin, toda esta gente apoyó la ley en general con críticas -a veces críticas muy duras- o sugerencias para mejorarla en particular, tanto ayer como hoy. Llamarlos «viudos» o «arrepentidos» es altamente distorsivo.
Saludos.
Valoro tu opinión, tu comentario y la manera de expresarlo. Mientras leía los nombres que mencionás, no podía dejar de pensar que entre los «expertos» que participaron de la discusión de la ley casi no hay gente de los nuevos medios. Todos vienen de la época del blanco y negro.
La ley de medios ni siquiera habla de la televisión digital, que se rige por un decreto presidencial y sólo permite la participación de privados «por invitación» del Poder Ejecutivo. ¿De qué democratización hablamos? ¿De qué pluralidad? Si no hay verdadera intención de hacerlo, por más que exista la ley… Si no hay una política de estado detrás, por más que exista la ley… Y, sobre todo, si no hay mucho consenso… Me temo que no vamos a estar mejor que antes. Pero bueno, es mi opinión. El tiempo irá diciendo quién tuvo un poco más de razón.
Saludos