Mariano Biocca, licenciado en Administración (UBA), es director ejecutivo de la Cámara Argentina Fintech, en la que se desempeña desde que era una idea embrionaria. Su trabajo se enfoca en crear puentes entre los sectores público, privado y académico, impulsar la interconexión y el desarrollo de la industria para lograr una mayor y más abierta inclusión financiera en el país y la región.
-Para comenzar, ¿cómo llegaste a la dirección ejecutiva de la Cámara Argentina Fintech?
-Estoy involucrado con la industria fintech desde 2015. Trabajé dos años en una empresa ligada a lo que hoy se llama WealthTech (gestión digital del patrimonio), y uno de los fundadores de esa empresa era Alejandro Estrada (que lamentablemente falleció en 2018). A principios de 2017, a Alejandro vio la importancia del sector fintech que, entre paréntesis digo, todavía no tenía mucha conciencia de sector o de industria sino que era más bien un grupo de startups tecnológicas que empezaban a ofrecer algunos servicios financieros utilizando como palanca a la tecnología.
Entonces, en 2017 empezaron algunas conversaciones con quienes lideraban distintas empresas de lo que se empezaba a llamar fintech: crédito, inversiones, financiamiento colectivo, seguros, pagos digitales, etc. Se fue armando un grupo de personas que compartían un espacio joven, muy nuevo, y que todavía no contaba con un ámbito de organización específica o de encuentro precompetitivo, como se dice, que creo que es la gran labor de una cámara: ser el espacio precompetitivo donde la industria se pone de acuerdo, o no, pero debate distintos temas que después van a ser relevantes en la etapa más importante, que es la competitiva, donde ya cada uno sale y juega el juego o corre la carrera propia del mercado.
Entonces se empiezan a juntar estas empresas, y Ale me dijo: “Mariano, me parece que estaría bueno que me des una mano con esto que estamos haciendo, esta idea de la cámara”. Le dije, “dale, vamos, por supuesto”. Y bueno, si hoy apretamos el botón de fast forward, a fines de 2017 la cámara se conformó, se comunicó en sociedad y hoy es una entidad de 250 empresas. Es la tercera cámara fintech más grande de la región. No es el tercer mercado más grande pero si la tercera cámara más grande. De la región está Brasil con 600 y pico de socios -una cosa brutal-, después Colombia un poquito por arriba de nosotros en cantidad de socios, y después nosotros, luego México y Chile, así que es un proceso sumamente interesante donde un universo de empresas que no tenían ni siquiera muy clara la percepción de industria o de sector se han organizado, se han potenciado, se han reproducido en el ámbito de la cámara y de distintos espacios que se han ido generando.
Hoy, sin temor a equivocarme, me animo a decir que fintech es uno de los espacios más dinámicos que tiene la economía argentina, empleando a más de 30.000 personas en condiciones internacionales. Como ustedes saben, en todo este mundo de la tecnología las fronteras no existen, prácticamente. Una persona estando acá puede trabajar para Tokio, si quiere, por más que va a tener alguna complicación de huso horario. Entonces, este sector se ha transformado en una industria -ahora seguramente hablaremos un poquito de números-, muy dinámica, competitiva y exportadora que generó una apertura y un crecimiento en el sistema financiero brutal, sin precedentes me animaría a decir.
Y acá estamos, trabajando arduamente con el equipo de la cámara para que esto tan bueno que está sucediendo siga pasando y se siga potenciando, y no solamente quede en el carril de las finanzas y la tecnología sino que de, alguna manera, pueda derramar a otros lugares de la sociedad y de la economía argentina que, humildemente creo, tanto necesita este ADN genuinamente competitivo y de productividad, así que en eso estamos.
-¿Por qué es importante para Argentina acompañar ese proceso global de digitalización de la economía y del sistema financiero y qué países han tomado el liderazgo de esta transformación?
-En primer lugar, esta transformación es inexorable. O sea, sucede o sucede, está sucediendo y ni siquiera es hablar del futuro. Esto es algo así como si fuera una ola de 5 o 6 metros para la que hay dos opciones: darse vuelta, remar con las manos, subirse a la tabla y surfearla o quedarse en un lugar por ahí incómodo y que te dé vuelta la tabla, el velero, el barco o lo que sea.
Argentina es un suelo increíblemente fértil. Es literalmente así, en términos de nuestro tierra, pero a su vez también lo es en términos de la capacidad tecnológica. Si uno analiza nuestra matriz productiva, exportadora y demás, ¡qué sano y qué espectacular sería poder complementar todo lo que ya estamos haciendo en relación a la explotación del suelo en sus distintos ejes!: agro, minería, petróleo y demás. No quiero hacer demasiado detalle porque no soy experto sino que lo analizo desde un contexto general. Qué espectacular podría ser -y de hecho está siendo- que hagamos una explotación también de este otro suelo, metafórico, que es la fertilidad y la capacidad que tenemos en las habilidades tecnológicas.
Un clarísimo ejemplo de esto es lo que está pasando en la industria fintech argentina y en la siguiente generación también de desarrollo de la economía, y hasta me animaría decir de la sociedad, que es lo que tiene que ver con blockchain, el mundo crypto, la tokenización de activos y demás. En un contexto complicado por muchos temas, macro, políticos, sociales, económicos y demás, acá tenemos una industria que está generando empleo genuino de calidad ultra alta, y no es solamente un empleo genuino per se sino que además está al servicio de un proceso de digitalización de la economía. Es un empleo de altísima calidad basado en Argentina, con inversión argentina, que además está puesto en buena medida al servicio de digitalizar la economía.
¿Y qué es digitalizar la economía? Acercarle a cada vez más personas más y mejores servicios financieros y que, de repente, mediante un celular, una persona pueda tener un primer crédito, una primera inversión, un primer pago digital, un primer cobro digital, refugiarse de la inflación de distintas maneras, con una puerta de acceso muchísimo más accesible que la que por ahí había antes.
Hoy es tener un celular ni siquiera muy complejo y tener 1000 pesos -que son dos dólares- para empezar a invertir en algún fondito o comprar alguna criptomoneda estable o un cedear. Esto está sucediendo tanto en Argentina como en la región, pero la gran diferencia es que hay algunos países que tomaron fintech como política de Estado, como el músculo necesario para digitalizar la economía con todos los beneficios que ello trae en términos de la dinamización del crédito y de mejoras fiscales para quienes gobiernan. Si vos tenés una torta más grande y tenés un esquema razonable sobre esa torta entrás es una rueda virtuosa que va para múltiples lados.
Nuestros colegas de Chile, por ejemplo, nos cuentan sobre todo el trabajo coordinado que hacen con su banco central, su ministerio de Hacienda y demás. Algo similar está sucediendo en Colombia, y ni hablar en Brasil, donde tenés un banco central que literalmente es el que impulsa la innovación, es el que pincha, por así decirlo, a todo el sistema financiero para movilizarse. Por favor, que no suene esto a eso que dice el dicho, que el jardín de al lado es más verde, porque acá también están sucediendo cosas importantes: nuestro sistema nacional de pagos es espectacular. Hay un montón de cosas que están buenísimas, pero no lo están gracias a una política de Estado ni a una fuerza coordinada de gestión sino que más bien está pasando porque está pasando.
Hace poco lo hablaba con una persona muy interesante en la industria a la que yo respeto mucho, y me decía que nosotros salimos campeones del mundo pero no como fruto de una política del fútbol de inversión y formación de chicos. Lo que pasó fue más buen que el talento estaba, mucho se tuvo que ir para formarse pero volvió y triunfó. De alguna manera, haciendo algunas analogías, qué espectacular sería que en este caso, porque estamos totalmente a tiempo, hagamos de fintech una política de Estado. Tenemos las herramientas y el talento, mirá lo que me animo a decir, para liderar varios procesos fintech que son regionales. Esto es interesante porque empieza a haber un montón de movimientos geopolíticos en términos fintech. Lo que antes eran simplemente algunos mercados y startups, de repente empieza a haber alianzas políticas dentro de la región para, por ejemplo, definir los estándares de finanzas abiertas interoperables entre países.
Entonces, empieza a haber todo un juego donde estoy convencido de que nosotros tenemos las cualidades necesarias para no solamente jugar ese juego sino protagonizarlo, y desde un lado bueno, de construcción de consensos y de estándares tecnológicos. Pero bueno, después por ahí lo que nos pasa es que en el día a día estamos en la riña de sobrevivir una semana más, ¿no?
Es muy paradójico que seamos el país con más inflación de América Latina y con más unicornios, es decir, empresas que valen más de 1000 millones de dólares ¿Cómo se explica eso? Es difícil. No te digo que haya una política de incentivos sino una política de razonabilidad: saber dónde están las líneas en la cancha, dónde están los arcos, el área chica, el área grande, si se puede tocar con la mano o no. No estamos pidiendo incentivos porque esta industria ya es competitiva, ya exporta todo. Acá lo que vendría espectacular es hacer de esto una política no de gobierno sino de Estado. Aun así, es espectacular lo que está pasando.
-¿Qué objetivos a corto y a largo plazo tiene la Cámara Argentina Fintech?
-A largo plazo, y si vamos a soñar juntos hoy, hacer de fintech y de la tecnología una de las columnas vertebrales de la construcción del futuro de la Argentina. Acá la tecnología impacta en el sistema financiero, que no es menor porque está en el día a día del 97% de las personas, pero puede ser la punta de lanza de un montón otros espacios que atraviesen nuestra economía y nuestra sociedad.
Un escaloncito abajo en términos de plazo, pero aún de una relevancia fundamental, es que Argentina encare una estrategia de finanzas abiertas sana, con incentivos claros para todos los jugadores. ¿Qué son las finanzas abiertas? No sé si alguna vez escuchaste hablar de open banking. El open finance es un escaloncito más. ¿Qué es? Básicamente, que la persona tenga una suerte de portabilidad de su historial financiero y crediticio y lo pueda utilizar para acceder a mejores servicios financieros utilizando como plataforma ese historial en distintas entidades.
Por ejemplo, si hiciera 17 años que estoy en un banco A y éste sabe perfectamente cuánto cobro, cuánto pago, cómo lo pago, etc. ya tiene un ADN financiero mío muy claro. A esa información, por ejemplo, podría llevármela a un banco B, que no me conoce, que no tiene mi información y en la que debería arrancar desde cero. Entonces, le digo al A que le pregunte al B y así podré arrancar desde realmente el casillero donde estoy y no desde foja cero. El open banking es eso, entre entidades financieras, proveedores de servicio de pago. El open finance suma otras organizaciones que involucran a las finanzas, por ejemplo, empresas de seguros y de inversiones. Y después está el open data que es el objetivo final de todo esto y que directamente involucra organismos fiscales, telecomunicaciones, todo tipo de empresas que tengan alguna información y esto es un factor con mucho potencial en cómo dinamiza, eventualmente la economía y el crédito.
Cuanta más información haya, mejores decisiones se pueden tomar. Entonces, si Argentina ahí toma, puertas adentro, una postura sana con incentivos claros para sus jugadores, creo que puede, de alguna manera, romper una serie de compartimientos que hoy están medio estancos y que si se interconectasen generarían un efecto de red brutal. Así que ahí te diría que por las finanzas abiertas tenemos un desafío grande. Es parte de la agenda estratégica de la cámara, y que quede claro: esto no sólo afecta a fintech, es mucho más amplio, sólo que el caldo de cultivo suele ser fintech por todo el dinamismo del que venimos hablando.
Otro eje fundamental es cómo la Argentina va a abordar el marco normativo que tiene que ver con blockchain y con los activos virtuales, y no únicamente quedándome con la parte crypto (de cryptomonedas) sino también pensando en la tokenización de activos reales. Argentina es uno de los países con más activos naturales del mundo. Qué interesante sería que de una manera seria y robusta se pudiesen tokenizar parte de estos activos con el efecto que tendría, también, dinamizador en el crédito. Si vos tenés decenas de millones de kilos o toneladas o quintales de distintos recursos naturales, qué interesante podría ser a eso darle un poder, de alguna manera, transaccional.
Entonces, por ese lado también, si nosotros somos inteligentes vamos a realmente consolidar a la Argentina como un faro no sólo regional sino global en estos aspectos.
Después, a corto plazo, hoy hay dos cosas abiertas que son muy importantes: una es cómo se va desarrollando la interoperabilidad de pagos con QR. Nuestro esquema de pagos instantáneos, transferencias 3.0, que es fundamental y de alguna manera es primo hermano y antesala de todo lo que tiene que ver con las finanzas abiertas porque involucran dos flujos: uno es el de la plata, que eso está muy aceitado y muy bien en Argentina, y otro es el de la información, el de la data, que es donde más tarea tenemos para hacer.
También se está generando el registro de proveedores de servicios de activos virtuales, que es el registro en el cual los crypto exchanges de Argentina, que son muchos y muy buenos, van a registrarse y empezar a tener un marco normativo específico. Entonces, esas dos cosas son bien tácticas y bien importantes para el desarrollo del sistema financiero digital argentino.
–¿Qué puentes tiene tendidos la cámara en la actualidad con la academia y también por fuera de ella para alcanzar tanto a los ciudadanos que tienen educación superior como también a los de media y baja instrucción?
-Hay un interés muy genuino, y cuando digo genuino es directo del sector fintech para la educación financiera y digital. ¿Por qué? Porque es literalmente la rampa de subida al sistema financiero mediante la tecnología, o sea, es una condición fundamental. No solamente está bueno hacerlo, sino que literalmente es una suerte de fertilizante para todo este crecimiento. Cuando las cosas tienen un interés se vuelven muy potentes porque no es algo satelital.
Nuestro rol principal desde la cámara es organizar al sector privado. Hay un montón de grupos de trabajo, una matriz bastante compleja de organización que funciona muy bien, obviamente con cosas para mejorar, pero que funciona muy bien teniendo en cuenta la diversidad de la industria y la cantidad de empresas que agrupamos, que son 250. Hay un fuerte eje en hacer dos conexiones: una con el sector público, que es todo nuestro trabajo con los reguladores, y el otro gran eje es con el mundo académico.
Buena parte de nuestro foco estuvo puesto en la formación de profesionales que ya tienen cierto avance aunque no tengan un background financiero pero que tienen cierta educación de grado, de posgrado, o sea educación ejecutiva, que ahí trabajamos con un montón de universidades (11 para ser exactos, porque hemos llegado a trabajar con 14, ahora estamos trabajando con 11 nacionales, provinciales, públicas, privadas). Tratamos de generar la mayor cantidad de gente posible porque cuantas más personas se enteren de más y mejor información más talento también va a haber formado la industria.
Otra cosa que hacemos es trabajar con distintas organizaciones que tienen acceso a personas en etapas más tempranas de su formación, por ejemplo, escuelas públicas, también nacionales y provinciales y poder meter ciertas cápsulas de contenido fintech. Ahí trabajamos con algunas ONG y asociaciones que tienen ese foco, y de alguna manera hay un apalancamiento mutuo donde ellos necesitan el conocimiento de la cámara y a nosotros nos sirven esos puentes para poder difundir un montón de conocimiento de temas, de cómo utilizar herramientas financieras digitales, cómo hacer algunas cosas de planificación y demás, así que es un foco de alta prioridad en la cámara y en las empresas.
Hay un montón de empresas que tienen sus propias wikis o aulas donde literalmente hay no decenas sino miles de espacios de contenido gratuito para entender un montón de cosas, desde básicas cómo los distintos tipos de tasas que hay hasta temas un poquito más complejos sobre cómo hacer algunas planificaciones financieras a mediano y largo plazo. Lo que no quiero dejar de destacar es que la vinculación que hay entre fintech y educación financiera y digital es estrecha y de una conveniencia mutua muy clara. No es solamente porque está bueno hacerlo, lo cual lo hace más potente todavía, sino porque es bueno y además es necesario.
-¿Cuáles son los principales obstáculos que existen en la actualidad en la Argentina para profundizar y ampliar la participación de las empresas fintech en la economía doméstica?
-Hoy el nivel de impacto que tiene fintech en el día a día de la gente es espectacular. De hecho, te digo algunos números: el 60% de todas las transferencias que se hacen en Argentina, o sea, de toda la plata registrada que se mueve en Argentina, 6 de cada 10 transferencias tienen en una punta una cuenta fintech. O sea, van desde una cuenta fintech o hacia una cuenta fintech. Hay cerca de 40 millones de cuentas fintech. No significa que sean 40 millones de personas porque uno suele tener dos o tres, no hay problema en tener varias, pero con esto lo que te quiero decir es que el nivel de impacto es enorme.
Después, tenés 11,5 millones de cuentas de inversión. Hace 5 años había 500.000 -se multiplicó por más de 20 y eso fueron soluciones fintech en un 97%- ¿Y antes era que la gente no quería invertir? No, la gente no lo tenía tan a mano como lo tiene ahora. Tenés cerca de 4 millones de personas cuyo acceso al crédito es una solución fintech. Después empiezan a construir su historial crediticio y por ahí acceden a otras instituciones. Pasa algo similar con los activos virtuales: la Argentina es uno de los países con más adopción de activos virtuales del mundo. Aunque depende del informe, siempre estamos top 5, top 10. El nivel de impacto que hay en el día a día es grande.
Voy a poner un ejemplo: vas a una verdulería y el verdulero o la verdulera tiene un excedente de pesos, y sabe que por el contexto que estamos atravesando esos pesos valen menos minuto a minuto, entonces tiene la capacidad de refugiarse en distintos activos, que pueden ser virtuales o no. Hay toda una gimnasia muy grande donde fintech suele ser una herramienta que facilita mucho ese proceso.
Ya casi no hay personas que al menos una vez por semana no tengan interacción con una solución fintech. Si me preguntás qué es lo que hoy, no quiero decir “está frenando”, por ahí está generando alguna fricción, es terminar de alguna manera de compatibilizar y de potenciar el rol que tiene la industria fintech y cómo eso genera oportunidades y no amenazas a algunos otros jugadores que están desde hace más años en la industria. Y que no se interprete como una cosa excluyente, no es A o B, blanco o negro, River o Boca, sino más bien seguir sumando recursos y poder de fuego para agrandar el sistema financiero y no quedarnos en una trifulca circular.
Hay algunos mercados que han logrado zanjar bastante esto, otros no, pero en el momento en que quede claro que esta es una carrera donde el Norte que tenemos todos es más o menos similar se rompen un montón de techos y se potencia el desarrollo del sistema financiero con fintech como uno de los factores importantes, pero no excluyente.
-¿Qué espera la Cámara Argentina Fintech del próximo gobierno nacional?
-Sería muy sano para nuestro país que las personas involucradas en el desarrollo del sistema financiero, léase, en cierto punto, el presidente o la presidente, léase el ministro o la ministra de Economía, léase la persona que dirige el Banco Central y demás, vean en fintech lo que realmente es: un músculo de digitalización que como nunca tuvimos disponible en la historia de Argentina ni de América Latina.
Lo que nosotros esperamos, y en lo que estamos trabajando, no es solamente sentarnos y esperar, sino que es lograr eso. No tengo que citar un ejemplo de Escandinavia, para contar cómo es fintech, basta con cruzar la cordillera, cruzar el Río de la Plata, ir para arriba dos horas, y la verdad es que nos está pasando alrededor. Qué bueno que nos esté pasando porque eso realmente trae condiciones y consecuencias que son sumamente atractivas para la sociedad, así que diría que eso es lo que esperamos.
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