A China se la suele percibir como el gigante totalitario que viene a ocupar el lugar que dejó vacante la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, o como el gran mercado al que todos quieren acceder, pero en las tres últimas décadas se produjo un cambio tecnocultural que exige nuevas miradas para procesos que no pueden abordarse con los parámetros del pasado.
La URSS cerró su ciclo utópico de 74 años en 1991, el mismo año en que el surgimiento de la web creaba las condiciones para la expansión global de Internet. Tres décadas después, China se instala como potencia en pleno desarrollo del nuevo ecosistema electrónico, con las plataformas algorítmicas que maduraron en la segunda década del siglo XXI, y la actual irrupción de la Inteligencia Artificial generativa.
En la época soviética hubiera sido impensable una visita aislada y en tren de negocios de un empresario independiente y además malquistado con el poder en su país, como la de Jack Ma por Uruguay. O sea que hay varias novedades a relevar y registrar, en esta tan fugaz como imprevisible aparición del referente empresarial, relativas a la propia China, el personaje y la industria cárnica del Uruguay, que ha sido según los trascendidos, el objeto de la visita.
China alcanza el nivel de superpotencia en el marco de la sociedad electrónica, caracterizada por la incorporación del ciberespacio, que introduce un nuevo escrutinio sobre los escenarios nacionales, así como una nueva velocidad en las cadenas de suministro y en las redes comerciales. La información de los países no regidos por las normas del estado de derecho, ya no depende de lo que estos quieran informar, sino lo que el funcionamiento electrónico del mundo y el acoplamiento de las actividades económicas, imponga. Un cierto grado de exposición aun cuando sea no deseada, a medios, redes y plataformas es inevitable. La opacidad con que la URSS se protegía del mundo ya no es posible. Es gracias a que las crisis en los países totalitarios ya no pasan inadvertidas, que conocemos el itinerario de un líder descentrado como Jack Ma.
Por ejemplo, la crisis que condujo al distanciamiento entre Jack Ma y el Gobierno chino entre marzo y octubre de 2021. La crisis sobrevino una vez que el grupo Alibaba empezó a retener tanto poder que el Gobierno le exigió que se deshiciera de sus activos en medios, como lo informaba The Wall Street Journal el 16 de marzo de 2021. El segundo embate del poder se produjo en octubre de 2021, cuando “se suponía que era el mejor momento de Jack Ma: su Grupo Ant estaba destinado a hacerse público” con una oferta inicial en la bolsa de US$ 37.000 millones. “En cambio, Pekín frenó su imperio, cortando abruptamente las alas de la estrella más grande de China”. Así narraba Reuters, el comienzo del ostracismo de Jack Ma, por incurrir en la desproporción de ser demasiado grande para un sistema que no tolera lo que no controla.
Ambos momentos fueron cubiertos por la prensa especializada y generalista con todo detalle. Gracias a ello sabemos que el exitoso empresario que llegó al Uruguay en marzo de 2023, es una exestrella fulgurante del ecosistema chino, que ya no goza del favor de la elite gobernante. Pero lo que realmente importa a los efectos de esta visita, es que Jack Ma viene en función de haber sido el creador del gigante minorista Alibaba, que ha facturado € 91.798 millones en 2021. Y aun cuando no se sepa a ciencia cierta qué porción del poder accionario seguramente minoritario le ha sido permitido retener, lo que sabemos de su olfato empresarial, alcanza para justipreciar la visita.
En los tres días que permaneció en el país, Ma visitó el frigorífico Solis Meat, en el departamento de Lavalleja y un campo en Maldonado.
El frigorífico Solís Meat está ubicado “estratégicamente a 50 minutos del puerto de Montevideo y a 250 km de las fronteras con Brasil y Argentina”. Desde 1995 realiza todos los procesos industriales de la cadena cárnica. Se encuentra en un predio de 10 hectáreas que contempla las diferentes áreas industriales y de procesamiento, según informa su cuidada página web. Solís Meat tiene entre sus clientes varias empresas chinas. Considerado un frigorífico de tamaño medio, faenó 10.788 cabezas de ganado en lo que va del año, lo que representa 2,3% del total del país.
Es la pertenencia al exitoso mundo del comercio minorista a gran escala, el que posibilita a los consultores de Blasina & Asociados, concluir que la visita de Ma “es de los sucesos importantes de 2023 (y) para la ganadería puede ser un antes y un después”.
Es que la promisoria visita se produce en el marco de una coyuntura a la que el país llegó, conducido por un gobierno que logró superar la crisis pandémica sin consecuencias traumáticas y emerge como un país confiable en la región, asentado sobre una tradición de estabilidad política, sin sorpresas fiscales y respeto a las instituciones. “Uruguay es un proveedor más confiable que Argentina por razones políticas y más que Brasil, porque acá no ha habido vaca loca ni típica ni atípica, y las exportaciones de Uruguay no se interrumpen”, escribió Eduardo Blasina.
Y un dato seguramente no ajeno al aparentemente intempestivo viaje de Ma: Uruguay impulsa un tratado de libre comercio con China, que, según el presidente Lacalle Pou, se hará con el Mercosur o en soledad.
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