En el universo de la inteligencia artificial, a fines de 2024 comenzó a hablarse con cada vez más ímpetu acerca de los llamados “agentes”, al punto de convertir la conversación en una de las principales tendencias del primer trimestre de este año.

Los agentes de IA son modelos programados para realizar tareas y tomar decisiones de forma autónoma, utilizando IA generativa para comprender instrucciones, razonar sobre diversos contextos y adaptarse a distintas situaciones. Si bien el concepto no es completamente nuevo, lo cierto es que en la actualidad cobró un fuerte impulso, alimentado tanto por el hype como por la necesidad de encontrar aplicaciones prácticas de la IA generativa, tanto en el ámbito empresarial como en el doméstico. Incluso el escritor Yuval Harari, en su best seller Nexus, utiliza el término “agente” como sinónimo de inteligencia artificial, aunque —¡cuándo no!— advierte sobre los riesgos de delegar el poder de decisión a las máquinas.

Con todo, quienes ya estaban interesados en los beneficios de la automatización y el potencial de estas herramientas vienen impulsando su desarrollo desde hace tiempo. Uno de los referentes en este campo es Eduardo Wydler, especialista en investigación y aplicación de tecnologías de automatización y diseño no code [N. de R. son aquellas plataformas que requieren poco y nada de programación].

Formado en Buenos Aires en el campo del diseño de productos digitales y tras una etapa en entornos corporativos en Londres, Wydler reside actualmente en España y lidera Opus Excellence, la agencia que fundó en 2024 motivado por el boom de ChatGPT y las nuevas herramientas de IA generativa. Pionero en integrar plataformas como Make y Airtable con modelos de lenguaje, Wydler conversó con Convercom.info sobre el fenómeno de los agentes IA, el futuro del trabajo automatizado y sobre el desafío de orquestar flujos inteligentes que liberen tiempo, mejoren procesos y permitan a los equipos enfocarse en lo que realmente importa.

-¿Qué impacto creés que tendrán los agentes autónomos con capacidad de decisión en los próximos años? ¿Hay riesgos o dilemas éticos que ya se están discutiendo?

-El impacto será enorme. Ya no vamos a tener que decirle al sistema qué hacer; él lo va a intuir. Pero eso también plantea preguntas importantes: ¿Cómo garantizamos que las decisiones sean éticas? ¿Quién es responsable si un agente se equivoca? Tenemos que diseñar con responsabilidad desde el principio, no agregar la ética al final. Lo veo complicado para cuando debemos tomar decisiones donde se pone en riesgo la vida humana.

Pensemos en un caso no tan extremo de un auto autónomo que tiene que elegir: ¿desviar el volante y matar a un motociclista que va solo, o seguir de frente y chocar a un auto con una familia de cuatro? ¿Quién decide? ¿Quién es responsable? ¿El programador? ¿La empresa que diseñó el algoritmo? La automatización no solo va a resolver tareas, también va a plantear preguntas morales. Y cuanto más poder les damos a los sistemas, más importante es que los humanos detrás asuman esa responsabilidad. La tecnología puede ser neutral, pero las decisiones nunca lo son.

¿Qué lugar ocupan hoy los agentes IA dentro de los flujos de automatización? ¿Cómo describirías el momento actual de la automatización?

-Estamos en un punto de inflexión: automatizar ya no es solo para empresas grandes. Herramientas como Make, Airtable o ChatGPT permiten que cualquier persona diseñe sistemas que ahorran tiempo, reducen errores y escalan negocios. Es una revolución silenciosa, pero profunda. Lo viví con un cliente que automatizó todo su onboarding y atención al cliente en una semana. Pasó de estar ahogado a tener “aire” para crecer. De esta manera, los agentes IA son sistemas que entienden el contexto y toman decisiones por su cuenta. Ya no necesitan que les digamos cada paso. En un proyecto reciente, conecté ChatGPT con Make para leer correos entrantes y decidir si escalar un caso al equipo legal o responder automáticamente. Son los nuevos asistentes inteligentes: eficientes, consistentes y cada vez más autónomos.

-¿Qué ventajas ofrece el enfoque no code frente al desarrollo tradicional?

-Velocidad, autonomía y posibilidad de iterar sin fricción. Con Make y Airtable armé un CRM con flujos automáticos en dos días, algo que antes requería semanas de desarrollo. El no code no reemplaza a los programadores, pero sí libera a quienes entienden el negocio para construir soluciones sin intermediarios. Es una forma de pensar más ágil.

¿Qué tipos de procesos empresariales ves que más se están automatizando hoy?

-Los que más retorno generan son ventas, atención al cliente, gestión de leads y administración. En un gimnasio, automatizamos desde la inscripción hasta el seguimiento mensual con WhatsApp y Notion. El resultado fue más clientes y menos tareas repetitivas. La clave está en detectar lo que se repite y construir sobre eso.

¿Qué rol juega la inteligencia artificial generativa en estos nuevos flujos automatizados?
-Es la capa que le da sentido al caos. Antes, automatizábamos acciones repetitivas; ahora, también podemos automatizar decisiones blandas. Por ejemplo, ChatGPT puede redactar mails, resumir textos legales o generar respuestas personalizadas al cliente dentro del CRM. Es como sumar empatía y criterio al sistema.

¿Cómo cambia el perfil del profesional que trabaja con automatización?

-El nuevo perfil es un “orquestador de sistemas”. Alguien que entienda cómo funcionan las herramientas, pero sobre todo, cómo piensan las personas. Ya no se trata solo de programar, sino de diseñar experiencias eficientes. Muchos de mis mejores flujos surgieron de conversaciones con clientes, no de líneas de código.

¿Podés compartir cuál es tu caja de herramientas de automation favoritas?

-Uso Airtable como cerebro, Make como base de operaciones y ChatGPT como copiloto cognitivo. Esa combinación me permite automatizar desde la generación de propuestas hasta el seguimiento postventa. Me encanta Airtable porque integra base de datos, automatizaciones e interfaces en un mismo paquete. Lo que pasa mucho con las herramientas nuevas de IA es que terminás usando varias y eso incrementa el costo y complejidad. En Airtable podés resolver casi todo y para las cosas más complejas te vas a Make.

Muchas pymes y emprendedores sienten que automatizar es costoso o complejo. ¿Es un mito?

-Es un mito, pero tiene raíces reales. El problema no es el costo de las herramientas, sino la falta de claridad sobre los procesos internos. En un estudio jurídico, automatizamos tres tareas clave con Make y Airtable, y se ahorraron más de 10 horas semanales. La clave es empezar chico, entender bien qué duele y construir desde ahí.

Mirando hacia el futuro cercano, ¿qué tecnologías o tendencias creés que van a marcar el próximo salto en automatización e inteligencia artificial?

-Veo tres grandes ejes: agentes personalizados, automatización multimodal (texto, voz, imagen) y modelos de lenguaje entrenados con datos propios. Vamos a poder decirle a un sistema: «Armá una campaña para este producto, diseñá los correos y programá las publicaciones», y que lo ejecute. Pero lo más importante no es la tecnología, sino lo que hacemos con ella. El próximo salto no será técnico, será creativo. La automatización se va a encargar del cómo… y nosotros vamos a enfocarnos en el qué y el por qué. Estamos entrando en una era donde las ideas valen más que la ejecución. Roles como “estrategas de contenido”, “arquitectos de experiencias”, “diseñadores de procesos” y “curadores de conocimiento” van a ocupar el centro de la escena. Porque cuando todo puede hacerse solo, lo que realmente importa es qué vale la pena hacer. El futuro no es de quienes hacen más, sino de quienes imaginan mejor.


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