El 13 de junio de 2013, hace casi cuatro años, publicamos en La Nación una nota titulada: “Bitcoin: fiebre argentina por la máquina de dinero digital”. Eran tiempos de cepo al dólar y restricciones económicas de todo tipo. Medios extranjeros contaban cómo un puñado de jóvenes le escapaba a esos controles y, de paso, le ganaba a la inflación.

Eran los primeros tiempos del bitcoin, la primera cryptomoneda global nacida de un paper académico e impulsada en medio de una extraña nebulosa por un desarrollador enigmático. Entonces cualquiera podía “minar” monedas con su propia computadora y casi el único insumo de la energía eléctrica, que en la Argentina de hace cuatro años era prácticamente regalada.

En aquella nota, escrita para doña Rosa, explicábamos: “Es como tener la máquina de hacer billetes. O la entronización del nuevo patrón oro: el poder de cómputo. No faltan quienes lo ven como un pasatiempo de adolescentes geek, o la conversión techie tardía de financistas que ven llegar nuevamente un tren al que subirse. También están los que encuentran en este modelo características de la sociedad que viene: colaborativa pero anónima, organizada aunque descentralizada y con una forma de democracia directa basada en el conocimiento. Son las criptomonedas -la más famosa es el bitcoin- y explicar de qué se trata y cómo funcionan es todo un desafío. «A mi vieja no le puedo decir que estoy hasheando. Le dije que la placa de video hace un cálculo y me pagan por eso», intenta Emmanuel Ortiz, de 22 años, que entonces estudia ingeniería electromecánica en Rosario.

En noviembre de 2013, también marcamos el primero de una serie de hitos del bitcoin: su llegada a los 1000 dólares por unidad. Aunque con inestabilidad -atribuida a su novedad-, la moneda virtual -en cuya “acuñación” y regulación no participa ningún estado nacional- tuvo un recorrido ascendente todo este tiempo. No apto para cardíacos, podría decirse. Después de aquella nota, la moneda tuvo una caída y cada tanto alguno que compró me escribía reclamando por lo perdido. Hace tiempo que no me escribe.

En mayo pasado, el bitcoin superó los 2000 dólares la unidad y ya vale el doble que la onza de oro. En 2015, el bitcoin estaba a 250 dólares, y la onza a 1200, un rango valor en el que el metal se mantiene dos años después. El Congreso y la Justicia estadounidenses intervinieron ante las denuncias que vincularon al bitcoin con el crimen organizado y el peor de los submundos. Otros gobiernos también lo hicieron y cada tanto el bitcoin vuelve a la escena en las secciones de ciberpoliciales globales: la última vez, el caso del WannaBe, el virus que secuestra tu computadora y te pide rescate.

En programas anteriores de TMT hablamos del blockchain, la tecnología de encadenamiento de paquetes de datos que está detrás del bitcoin y que lo hace seguro. Algunos dicen que es más importante que la moneda virtual por el potencial que tiene para las finanzas digitales y también fuera de ese ámbito.

Hoy abrimos la cabeza y dedicamos el programa al bitcoin y a blockchain: mucho más que el futuro del dinero.

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