Las anécdotas sobre el gasoducto con tubos de Techint y la remarcación de precios de La Anónima quedaron como ecos del acto por los 20° años de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), pero pasaron otras cosas, mucho más interesantes.
Entre los paneles, en los que también se habló de energías renovables, minería sustentable y economía del conocimiento, destacaron las exposiciones de Martín Migoya, CEO de Globant, y Héctor Magnetto, CEO de grupo Clarín y principal accionista de Cablevisión Holding, controlante de Telecom Argentina, con referencias al marco general del país y comentarios específicos sobre las industrias convergentes.
“El camino para reconstruir nuestra credibilidad interna y externa es demostrarnos, primero a nosotros mismos y después al mundo, que podemos ser una democracia capitalista confiable, y no admite más demoras”, dijo Magnetto, que expuso asistido con subtítulos (“como en otras ocasiones”, aclaró). El empresario, habitual blanco de la diatriba kirchnerista, centró sus intervenciones en la conectividad, la libertad de expresión, el periodismo profesional y la irrupción de las plataformas.
“Sin conectividad es difícil mantener una conversación pública, libre y plural. Pero sin libertad de expresión es directamente imposible. Como lo sería sin una organización profesional del periodismo y la generación de contenidos”, sostuvo, entrecruzando las cuestiones.
Magnetto enumeró algunas estadísticas: un aumento del 10% de la banda ancha resulta en un incremento del PBI per cápita del 1,8%; el teletrabajo creció un 324%; las transacciones digitales cerca del 2000%; y la inversión en telecomunicaciones en Argentina depende en un 75% del capital privado. A fines de 2020, el 90% de los hogares contaba con acceso a Internet, 88 de cada 100 argentinos usaba teléfono celular, y 85 de cada 100 tenía Internet fija. Esas cifras están muy por encima de otros servicios básicos, como agua, saneamiento y gas natural.
“Aún con reglas que desincentivan la inversión, la industria de las telecomunicaciones invirtió en la última década US$ 20.000 millones”, sostuvo y pidió seguridad jurídica para impulsar el despliegue del 5G, la nueva generación de conectividad móvil, que demandará muy altas inversiones.
“Los últimos 16 años del mundo han sido de declinación democrática. Guerras, autoritarismos, manipulaciones electorales, ataques a la prensa, cooptación de la justicia y corrupción son algunos de los fenómenos que ilustran esa declinación. Pero también en el plano de la información de calidad se comprueba la declinación. La revolución digital ha generado un cambio exponencial en la manera de producir y consumir noticias. Y también la disrupción del modelo de negocios que había asegurado por décadas la sustentabilidad del periodismo profesional”, afirmó.


“Las comunidades en las redes sociales o la posibilidad de convertirse en el propio editor que ofrecen las plataformas son ventanas novedosas pero las mismas no reemplazan la búsqueda profesional de la información, el ejercicio de la auditoría democrática que define a la prensa, el análisis y la crítica basada en hechos”, apuntó.
“Hacer periodismo fue, es y será costoso. El desafío es ir encontrando un modelo de sustentabilidad global donde resulta claro que la agenda pública de una sociedad no puede estar a merced de un algoritmo o de un diálogo de sordos, en un ecosistema que premia la viralización y las cámaras de eco. Sin dudas, la digitalización trajo nuevas formas de hacerse oír y nuevas herramientas para escuchar. El reto es no quedar atrapados en el ruido o en el caos de la desinformación. Yo creo en el futuro del periodismo. Creo en la vigencia de quienes, desde sus legítimas cosmovisiones, criterios editoriales y estándares profesionales, pueden interpretar, interpelar y representar el mandato de sus audiencias en el debate público. La última palabra, como siempre, la tendrá la ciudadanía”, reflexionó.
Consultado sobre el papel de la Justicia, Luis Pagani, CEO de Arcor, dio varios rodeos para evitar responder con la excusa de que hay que “salir de la coyuntura actual”. Magneto se rió e hizo un chiste que podría malinterpretarse, como el de la “remarcación” de Federico Braun, presidente de La Anónima, que le dio letra a Cristina Kirchner y Martín Guzmán para acusar a los empresarios de responsables de la inflación. “No hay que tener periodistas”, dijo bien clarito y con una sonrisa el CEO de Clarín. Los moderadores de los dos paneles del acto fueron José del Río, secretario de redacción de La Nación, y Ricardo Kirschbaum, secretario de Redacción de Clarín. El acto se completó con un video del presidente Alberto Fernández y una exposición en vivo de Guzmán.













Braun había plateado la dicotomía capitalismo v. comunismo para decir que la Argentina no termina de decidirse. Carlos Miguens, de grupo Miguens -que habló del potencial de la minería- también aportó otra contraposición: el riesgo empresario vs. el riesgo político y pidió a éstos últimos que “cumplan lo que dicen”). Migoya, de Globant, aportó su dualidad: “El emprendedorismo y el mérito son la antítesis del populismo. Mientras el emprendedorismo confía en su gente, el populismo no confía en su gente”, subrayó. Migoya había sido celebrado como “el joven”, por Braun, con quien compartió panel. “Cuando fundamos AEA estábamos en nuestros 50, ahora estamos arriba de los 70. Las nuevas generaciones tienen que lograr que el empresariado se inserte en el futuro del país”, pidió el supermercadista.
Migoya, de Globant, pidió “entender la magnitud brutal del cambio tecnológico, adoptarlo y saberlo aprovechar”. Destacó la inteligencia artificial, y la reinvención de la Internet en sí misma a partir del metaverso, que es un cambio filosófico profundo, con web 3.0, las crypto, y la independencia de software y hardware (el software que puede correr sin que nadie lo pueda apagar). “Esas son oportunidades que están ahí, ¿las queremos aprovechar los argentinos o no?”, se preguntó.
Como el resto de los expositores, también se refirió a los políticos: “Dejen el arco quieto por un rato, no lo muevan. Si no saben qué hacer, no hagan nada, quédense quietos. Si no quieren mejorar las cosas o no pueden, no hagan nada. Hay que dejar de resetear la Argentina como si fuera una computadora. Hay que gastar responsablemente, como cada uno de nosotros hace en su casa. Cuando hay, se gasta; cuando no, no. Es un principio tan básico que nos lo olvidamos. Es la base de poder hacer que la inflación baje, que dejemos de emitir y que tengamos una moneda”, desarrolló (a partir de nueve puntos que llevó escritos en un papel).
Migoya llamó a “pensar en grande. No podemos pensar la Argentina si esperamos crecer un dos o tres por ciento, tenemos que soñarla, si queremos, como la potencia que se merece ser. Hay que volver pensar la Argentina como una potencia y no querer nada menos”. Además, defendió el valor del mérito, algo insólitamente cuestionado en la Argentina. “En mi casa se vivía el mérito, estudiás, te va bien; trabajás, te va bien, y parece que ahora el mérito no va más. Obviamente que tiene que haber oportunidades, pero sin mérito no hay absolutamente nada”, afirmó.
En el mismo panel, Paolo Rocca, CEO de Techint -que viene de ser absuelto en un juicio por corrupción en Italia y cuya empresa anunció que pagará una multa de más de US$78 millones en Estados Unidos para cerrar una investigación por presuntos sobornos en Brasil-, generó expectativa por la imprescindible pregunta que Kirschbaum tenía que hacer: «Bueno, ¿Qué pasó con el gasoducto?», dijo el periodista.
“El gobierno llegó tarde con la financiación, elaboró un pliego para la compra de tubos, y otro para la construcción. El pliego es técnicamente perfecto. Hizo lo que tenía que hacer. Para llegar al invierno de 2023 los tiempos han sido muy cortos. Ni los chinos ni nadie podían llegar con la oferta de los tubos. Tenaris, que es líder en el mundo, llegó forzando toda nuestra cadena de abastecimiento. Iease podría haber cancelado la licitación y olvidarse del gasoducto para el 2023 o darnos a nosotros y lo que hizo fue asignarnos a nosotros. No hubo hecho de corrupción ni direccionamiento del pliego ni nada por el estilo”, detalló. Además, anticipó: “En el invierno del 2023 pagaremos el gas a 28 dólares en lugar de 4 dólares porque si la cosa sigue con atraso no se va a llegar [con el gasoducto]. Hacer 570 km de gasoducto en un año implica producir 60 km de tubo e instalarlo cada mes; un camión cada 5 minutos tiene que salir de la planta de Lanús con 2 km de tubo hacia Neuquén”, detalló.




Hacé tu comentario