Romina Gayá es especialista en comercio internacional y economía del conocimiento. Es economista (USAL-Université de Toulouse), magíster en Relaciones Económicas Internacionales  (Udesa-Universidad de Barcelona) y hace dos décadas trabaja como consultora independiente. Fue directora del Observatorio de la Economía del Conocimiento del Ministerio de Producción de la Nación.

En 2021 estuvo en Conversaciones Convergentes, por entonces #TMTconversaciones, ciclo de entrevistas que se emite por las señales Metro, UCLplay y Canal E.

-¿Qué significa economía del conocimiento y cómo se relaciona con el comercio internacional?

-La economía del conocimiento reúne a todas aquellas actividades que requieren tecnología o capital humano para usar esa tecnología. Es un campo súper amplio en el cual hay sectores como, por ejemplo, software, servicios profesionales, biotecnología, nanotecnología y contenidos audiovisuales. Es un sector realmente muy amplio.

Son todas actividades que se comercian internacionalmente y muchas de ellas pueden hacerlo con mucha facilidad. Sobre todo, lo que son servicios se pueden comerciar a través de Internet. Es un rubro que ha crecido mucho en el comercio internacional en las últimas décadas en todo el mundo y en Argentina también.

En el caso de Argentina, los servicios basados en el conocimiento están entre los principales complejos exportadores después del oleaginoso, el cerealero y peleando, según el año, el tercer puesto con el sector automotor.

-¿Qué países han aprovechado mejor las condiciones del mundo actual para el desarrollo de la economía del conocimiento?¿Quiénes lo aprovecharon mejor aún en pandemia?

-En los servicios basados en el conocimiento el mundo está dominado por las economías de mayores niveles de desarrollo, y ahí se destacan muchos países. Hay algunos casos interesantes como los de Irlanda o Israel. Pero también es un mundo en el que destacan algunos países en desarrollo

Tenemos tres grupos. Primero, los de Europa del Este que son los que exportan servicios de mayor especificación que se orientan principalmente al mercado europeo. Ahí tienen alto capital humano, muy buen manejo de idiomas y se especializan en software y servicios profesionales. Republica Checa, Polonia y Rumania son algunos de estos países.

Un segundo grupo son los asiáticos, que compiten principalmente por precio, aunque algunos casos, como la India, son grandes exportadores de servicios de informática porque tienen muy buenos ingenieros a un precio muy competitivo. También hay otros países, como Filipinas, que compiten en segmentos de menor sofisticación, pero muy baratos. Venden muchos servicios a Estados Unidos, pero tienen la desventaja del huso horario, ahí venden servicios que tienen cobertura 24 horas como puede ser algún servicio técnico.

En el tercer grupo tenemos a los latinoamericanos que son más caros que los asiáticos, más baratos que los europeos y también están en un nivel, en general, intermedio de sofisticación, pero es bastante heterogéneo dentro de la región. Hay algunos países como Uruguay que tiene muy buena calidad, pero es más caro. Argentina es más barato que Uruguay y tiene muy buena calidad de capital humano. Chile y Colombia estás creciendo muy rápido, y Costa Rica es líder en la región en términos per cápita.

Después hay otros que vienen más rezagados, pero ganando territorio y que están más especializados en lo que es precio como pueden ser Perú o algunos países de Centroamérica.

En el caso de quienes los aprovecharon mejor en la pandemia de Covid 19. En términos de sectores, todo lo que es software. Software y servicios de informática fueron sectores que ya venían siendo muy dinámicos y la pandemia les dio un impulso adicional porque generó que todos los sectores tuvieran que reconvertirse o que tuvieran que, por lo menos, acelerar su transformación digital, y eso generó más teletrabajo en todo el mundo.

Por ejemplo, para todas las empresas de seguridad informática, el hecho de que toda la gente trabajara en la casa implicaba que usen sistemas hogareños mucho más vulnerables y ahí saltó la inversión. Incluso en Argentina, si uno mira los datos del tercer trimestre de 2020, servicios de informática es uno de los sectores que creó más empleo. Mientras toda la economía caía, el sector siguió creciendo y dentro de la economía del conocimiento es el único que siguió creciendo en este período.

A nivel de países, la Argentina venía muy bien en los últimos años y se empezó a quedar un poco atrás. En gran medida por cuestiones políticas. Mientras que todo el mundo se está incentivando estos sectores, en Argentina se tomaron medidas que son bastante malas para este sector, en particular, el cepo cambiario. Hubo grandes desincentivos para el sector, haciendo que vayamos perdiendo protagonismo y que otros países como Chile, Uruguay o Colombia se vuelvan más atractivos para las inversiones.            

-Ya entrando en Argentina, vos mencionabas algunas de las condiciones macroeconómicas como el cepo, pero también tuvimos algunos otros episodios, como la ley de teletrabajo, la persecución a las sociedades digitales, las famosas SAS, y la suspensión primero y demora en la sanción de la ley de economía del conocimiento. ¿Como jugaron esas cuestiones en el desarrollo o no de la economía del conocimiento en la Argentina?

-Todo este cambio del marco regulatorio, cambio para mal, ha sido un gran problema. Es un problema que uno lo piensa solo en Argentina, pero también no hay que mirarlo como si fuéramos el único país del mundo. Hay que tener en cuenta que todo el mundo, por lo menos la gran mayoría de todos esos países que te mencioné antes y muchos otros, están adoptando o ya cuentan con políticas de estímulo a estos sectores.

Son sectores donde es muy fácil relocalizar una inversión, incluso a veces no hace falta relocalizar nada, simplemente es construir una sociedad en otro país y seguir empleando la gente en Argentina o en otros lugares. Desincentivar a estos sectores es realmente perder una oportunidad muy grande y sobre todo en un sector donde Argentina es competitiva o, por lo menos, por ahora es competitiva. Digo “por ahora” porque todo este marco regulatorio juega en contra.

Por ejemplo, había gran conceso en todo el espectro político en que la ley de software había tenido resultados satisfactorios y que valía la pena hacer algo similar para toda la economía del conocimiento. Aquella ley se había aprobado en 2019 con apoyo de todos los partidos políticos, había tenido solo dos votos en contra en diputados, y unanimidad en el Senado. Cuando la ley tenía que entrar en vigor se suspende. Un montón de tiempo de incertidumbre, pandemia de por medio, aunque no es una excusa para esto. Se termina aprobando una ley que es mucho menos beneficiosa para las empresas que la anterior.

Entonces, en primer lugar, la incertidumbre de todo un año de no saber cuál va a ser el marco regulatorio y con beneficios que castigan a las mayores empresas que son las que generan más empleo y las que generan más exportaciones. Eso claramente es un desincentivo muy importante.

También la ley de teletrabajo que no motiva a las empresas a que tengan gente trabajando en sus casas que es algo muy común en estos sectores y que es algo muy elegido tanto por empleados como por empleadores porque conviene a todo el mundo, este marco regulatorio hace que no sea conveniente. Lo mismo con las SAS que frena a los pequeños emprendimientos.

Toda esta combinación es anti- economía del conocimiento. También muchas de estas medidas como lo de las SAS no perjudica sólo a estos sectores, sino que también perjudica a otros. Todo eso invita a las empresas a invertir en otros países donde el ambiente es mucho más amigable para este tipo de negocios y en la región estamos llenos de ejemplos.

-Argentina es un país grande con muchas provincias, con muchas regiones. ¿Hay algunos lugares que estén más enfocados en desarrollar su economía del conocimiento dado que es una oportunidad porque, en realidad, no importa donde estén las personas lo que importa es que estén preparadas, que tengan ese conocimiento y que puedan explotarlo?

-Si, claramente los sectores de la economía del conocimiento tienen la ventaja de poder ser federales solamente se necesitan los recursos humanos y la conectividad, básicamente. Entonces se pueden prestar el servicio desde cualquier parte del país donde estén dadas esas condiciones.

En Argentina hay muchos lugares, hay más de 30 clusters de la economía del conocimiento, los más importantes están en Buenos Aires, Córdoba y Rosario, pero también en otras localidades como Tandil, Mar del Plata, Mendoza, que es una de las provincias donde más ha crecido; en el interior de Córdoba, por ejemplo, Villa María y San Francisco; o en Junín, en la provincia de Buenos Aires, o Resistencia en Chaco. No me quiero olvidar de ninguno, son un montón, pero digamos en todo el país tenemos ejemplos. No apoyar a este sector, o más que no apoyar, ponerle palos en la rueda realmente implica perder empleaos o generar menos empleos de calidad, desarrollo regional y menos exportaciones. O sea, no es inteligente por ningún lado.

-En la Argentina, la presión impositiva es muy alta, pero ¿Qué pasa en especial en la economía del conocimiento con los impuestos?

-En la economía del conocimiento, igual que en el resto de la economía, la carga impositiva es muy alta. Una de las particularidades que tiene este sector es que para todo lo que son servicios que se prestan en la Argentina y se consumen en el exterior, en muchos casos, hay doble imposición porque se pagan impuestos en el país y, a la vez, se sufren retenciones, en general del impuesto a las ganancias, pero en algunos países como Brasil de otros impuestos, también en el destino. Y eso hace que la carga impositiva sea muy grande.

Para resolver este problema hay acuerdos para evitar la doble imposición. Y Argentina tiene muy pocos acuerdos de este tipo. También sería prioritario negociar acuerdos que permitan evitar la doble imposición. Eso también es prioritario, sobre todo teniendo en cuenta la carga impositiva que tienen en la Argentina. La ley de economía del conocimiento original bajaba mucho la carga tributaria, la nueva versión la baja mucho menos sobre todo para los que son empresas medianas y grandes y las alícuotas son muchísimo más altas que las que tienen otros países de la región y del resto del mundo.

En definitiva, esto termina haciendo que las empresas se radiquen en otros países, al menos en los papeles, para terminar pagando menos impuestos. Por querer recaudar más se termina recaudando mucho menos.

-Un breve párrafo, Romina, sobre la relevancia de la educación para el desarrollo de este sector.

-La educación es fundamental, son sectores intensivos en conocimiento, entonces requieren capital humano. Se necesita capital humano formado, actualizado, que un gran problema en muchos sectores es que esto queda obsoleto enseguida y si el sistema educativo no avanza al mismo ritmo, los conocimientos que se adquieren no son relevantes. Se requieren idiomas también, Argentina está muy bien posicionada en la región en términos de idiomas y en términos de capital humano, pero la ventaja que tenía se está achicando porque otros países están haciendo inversiones mucho más importantes en términos de educación también.

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