Es una obviedad: el debate por la nueva ley de medios está inmerso en un mar de propaganda que distorsiona la visión de la realidad. En sentido figurado, y también literal, es puro grito. Para el maniqueísmo peligroso en el que Néstor Kirchner ha metido de nuevo a toda la sociedad: Clarín es satán, y el kirchnerismo viene a rescatarnos para democratizar los «servicios audiovisuales».

Clarín es Clarín, y si tiene más del 50% del mercado del cable no es precisamente porque Kirchner se haya opuesto cuando debió hacerlo. O cuando extendió el período de explotación de la licencia del canal 13 de Buenos Aires, y de los demás canales privados. Clarín puede defenderse solo y lo está haciendo. No es el único grupo que verá seriamente afectadas sus operaciones si se aprueba tal como quiere el Gobierno la nueva ley de medios. Cadena 3, el único caso comercialmente exitoso de penetración de un medio de comunicación del interior en el mercado de Capital y Gran Buenos Aires, perderá varios eslabones. Y esa emisora, originaria de Córdoba pero con claro perfil federal –basta escucharla 15 minutos para darse cuenta– está sólo en el negocio de la radio, no tiene diarios ni canales de televisión.

En este contexto, es difícil encontrar información medianamente ecuánime. Está claro que hace falta un nuevo marco legal, que es un debate pendiente. Las audiencias “públicas” (entre comillas, como lo pone TN en el zócalo) se acercaron bastante al mamarracho, tal como se esperaba. Los testimonios más objetivos, quedaron entre los no televisados. Para tener una imagen más o menos aproximada, ¿vieron el programa Aló Presidente, de Hugo Chávez?, bueno, igual pero sin Chávez.

Como bien dicen varios legisladores opositores –y algunos oficialistas–, no se puede discutir una nueva ley de radiodifusión sin tratar cuestiones intrínsecamente vinculadas, como la gestión de los medios de comunicación estatales, el acceso a la información pública y la distribución de la publicidad oficial. Además, no hay que quedarse con el árbol sin ver el bosque (es cierto, es una metáfora un tanto gastada). Quiero decir, hay que seguir de cerca qué pasa con la venta de las acciones de Telecom Italia en Telecom Argentina.

Por eso, a mis alumnos en UADE, les recomendé en los últimos días algunos artículos que me parecen acercan a la realidad de lo que verdaderamente pasa:

En diez preguntas y respuestas, Rodolfo Barros explica los alcances de la nueva ley: por qué hay que cambiarla, cuáles son los cambios y quénes serían los afectados.

Otros dos colegas, de Crítica, deconstruyen los grupos de medios y marcan cómo quedará la cosa si se aprueba el proyecto tal como está.

– Hay dos artículos de Carlos Pagni en La Nación que ponen blanco sobre negro (otra metáfora poco original) en la cuestión de Telecom Italia. Esos textos llevan por título «Detrás del apuro, una intención oculta», y «Más para el Estado, más para el caudillo».

– Ethel Pis Diez, una de las pocas académicas dedicadas a la investigación en economía de los medios, destaca un aspecto poco mencionado del proyecto: que da marcha atrás con todas las reformas que en democracia se le hicieron al texto de la dictadura, al que acercan a su versión original. «Un proyecto de ley para avanzar hacia atrás», es el título del artículo que Pis Diez publicó en La Nación.

– Martín Becerra, de la Universidad Nacional de Quilmes, aporta desde la academia una mirada más cercana a la del proyecto oficial en una entrevista con el dario El Argentino, del grupo Spolski.

– Y un par de contratapas de Jorge Fontevecchia en Perfil también aporta lo suyo.
«Genio maldito», y
«Tristeza»
Ahí está, es lo que hay que leer para empezar a entender. Y, mientras tanto, avanzar en el fárrago de los 158 artículos de la nueva ley, una tarea nada sencilla. Además, después de leerlos, hay que traducirlos al español, y recién después, comprenderlos. Leer y comprender, dos competencias que la escuela secundaria ya no enseña.

Otra opción de lectura es:
– claramente en contra de la ley, diario Clarín
– claramente a favor de la ley, el diario gratuito El Argentino
– relativamente neutros, diarios La Nación, Perfil y Crítica

Me parece que también hay que seguir lo que vienen sosteniendo diversas entidades e instituciones, como el Foro de Periodismo Argentino, la Asociación Argentina de Anunciantes, la Conferencia Episcopal Argentina y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, entre otras.

El tema es complejo, ni buenos, ni malos. La verdad, me parece, tampoco está esta vez en los extremos.

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