Silvia Torres Carbonell es la mujer que más sabe de emprendedorismo en la Argentina, y tal vez la que más conozca de éxitos y fracasos empresariales. Es directora ejecutiva del Centro de Entrepeneurship del IAE Business School, escuela de negocios de la Universidad Austral, donde es docente de Entrepreneurship e Innovación y donde lideró la reconocida competencia Naves. Integra numerosas organizaciones globales promotoras del emprendedorismo, las start up, la formación en STEM y el liderazgo femenino. De extensa trayectoria en el sector privado, también tuvo un paso por el Estado como subsecretaria de Economía Creativa y Desarrollo Emprendedor de la Ciudad de Buenos Aires en 2016 y 2017.

En el segundo semestre de 2020, Torres Carbonell pasó por  #TMTconversaciones (que se emite por el canal Metro para la Argentina y por UCL Play para el resto de América Latina) y conversó sobre la buena prensa de los emprendedores y la mala de los empresarios, de la idea que Juan Bautista Alberdi tenía de éstos, de la distancia que tiene que haber entre hombres y mujeres de negocios y el poder político, advirtió sobre los riesgos del populismo y de la cultura estatista enraizada en la Argentina, y equiparó a los emprendedores con los inmigrantes.

-A veces me da la impresión de que cuando hablamos de emprendedorismo en Argentina hay como una connotación positiva pero cuando esos emprendedores crecen y empezamos a llamarlos empresarios, eso se vuelve negativo. ¿Hay algo de eso? 

-Hay algo serio en eso. En primer lugar, yo trabajo hace tantos años promoviendo el emprendedorismo básicamente porque creo que es el germen de la actividad empresarial y creo que ningún país puede salir adelante sin un tejido empresario sólido, profesional, competitivo, ético y social y ambientalmente responsable. Siempre les digo a mis emprendedores ‘ustedes deben hacer el camino del emprendedor que se transforma en empresario y el empresario que nunca debería dejar de ser emprendedor’.

Ahora, lo que vos señalás es muy cierto. Hoy el emprendedor es casi un héroe, es cool, está de moda, es amigable y yo he hablado con varios emprendedores que ya son, diría, flor de empresarios, y quieren seguir llamándose a sí mismos emprendedores. Justamente por ese estigma social que hay sobre el empresario y ahí me parece que es un tema central que como sociedad debemos abordar. Las sociedades que avanzan, las que progresan en el mundo son las que valorizan a su empresario, insisto, a no cualquier empresario sino, al que es el 99% de los empresarios que son éticos, social y ambientalmente responsables, que invierten, crean empleo genuino, generan riqueza que se transforma en impuestos para que un Estado subsidiario distribuya en aquellos servicios esenciales que una sociedad necesita: educación, justicia, salud, seguridad… Entonces, me parece que una sociedad que no respete y que no valore a sus empresarios es una sociedad que muy difícilmente va a salir de una situación de estancamiento y pobreza.

Ahora, por supuesto, hay culpas compartidas en esta mirada, ¿no? Porque como en todas las profesiones, en todas las actividades humanas. Hay buenos y malos. Hay quienes lo ejercen con responsabilidad y quienes no, pero si uno mira en el en el panorama global la mayoría son buenas personas y buenos empresarios. Lo que pasa es que ahí se mete la ideología, el populismo y el estatismo.

«Una sociedad que no respete y que no valore a sus empresarios es una sociedad que muy difícilmente va a salir de una situación de estancamiento y pobreza» 

 -¿Cuánto influye el populismo en las condiciones para emprender?  

-Bueno, yo creo que influye muchísimo. Cuando tuve el honor de ser la presidente del encuentro anual 2020 de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), el tema que tocamos fue el de emprender como esa acción de reparar, reconstruir y renovar el tejido social y económico que está quedando destruido por la pandemia económica y sanitaria.

Hace poco me topé con un libro de Juan Bautista Alberdi muy interesante, donde él habla del buen empresario. Imaginate de la época de la que estamos hablando. Él ya observaba que el buen empresario es aquel que, en primer lugar, no está sujeto a ningún negociado o prebenda con el Estado y por lo tanto es autónomo. Es aquel que en sus decisiones tiene siempre en cuenta, no sólo su propia ganancia, sino también al bien común, y decía algo increíble, que sus ganancias individuales siempre se traduzcan finalmente en ganancias sociales. Estoy hablando de Alberdi, el padre de nuestra Constitución, él decía esto y quería que las nuevas repúblicas sudamericanas lo fomentaran y de hecho lo hicieron. Nuestros países se llenaron de inmigrantes en su momento, llegaron en libertad, pudieron venir y construir desde cero nuestra Patria.

Entonces, en esto hay un concepto clave que es el de la libertad y hay otro que es el de la independencia del empresario del poder político. Creo que en nuestro país por equis circunstancias hace más de 50 o 60 años existe una mirada sobre el empresario que lo pone al servicio de los poderes de turno. Y el otro gran punto es esa mirada, diría yo, estatista que no es solo de los que ejercen el Gobierno sino, que lamentablemente está metida en nuestra sociedad que cree en el Estado como el gran benefactor, como el que va a solucionar todos los problemas.

Hace no mucho tiempo, cuando pasó el caso de Vicentín [el intento de expropiación], más del 60% de quienes respondieron una encuesta estuvieron de acuerdo con la frase “Es mejor una empresa del Estado que  una empresa privada”. Este tema está, yo diría, enraizado en nuestra sociedad y su cultura. Y es un tema, a mi entender, absolutamente crítico para realmente pensar en salir adelante como país.

Necesitamos que se revalorice la iniciativa privada, la acción del empresario y del emprendedor en todos los ámbitos. Emprender es algo muy amplio, no es solamente crear una empresa. Que se valore y respete la libertad de crear y hacer crecer empresas, la libertad de trabajar y elegir dónde trabajar. Todo eso me parece un tema muy, muy profundo. 

«Necesitamos que se revalorice la iniciativa privada, la acción del empresario y del emprendedor en todos los ámbitos. Emprender es algo muy amplio, no es solamente crear una empresa»

 -¿Habría que enseñar emprendedorismo en las escuelas desde edades tempranas? 

-Yo considero que sí. Hay toda una discusión de si ser emprendedor se nace o se hace, pero vos lo sabes bien, en realidad siempre, por lo menos en mi mirada, emprender es una actitud y es un comportamiento y si es una actitud y un comportamiento todos sabemos que la educación es la forma en que los seres humanos transformamos actitudes y comportamientos.

Enseñar emprendedorismo no quiere decir solamente explicar cómo se hace un plan de negocios o un modelo Canvas. Es enseñar lo que pasa cuando hay actitud emprendedora, cuando hay esa mirada de querer transformar el futuro, de querer agregar valor, de crear algo nuevo, algo mejor, algo distinto, algo más bello y más útil. Esto es así en la historia de la humanidad en el mundo.

Hace poco leía sobre el primer emprendedor de la historia y me imaginaba a ese cavernícola mirando a sus compañeros de cueva que cazaban esas presas enormes, la llevaban en piedras enormes que le constaban esfuerzo. Y él se puso a observar, imaginó un transporte más simple y ¿y qué hizo?, Inventó la rueda. Lo consideramos como el primer emprendedor y me pareció buenísimo. Eso es lo que hay que enseñar en las escuelas. Obviamente, después, de acuerdo al nivel educativo, se podrá profundizar más en las herramientas.

Esta mirada de que uno puede ser su propia empresa, porque, en el fondo, cuando uno va a trabajar a un lugar lo que está ofreciendo es su servicio, su talento y sus experiencias, y contra eso, vendo mi servicio y alguien me paga y me respeta como tal.

Y te voy a agregar una cosa más, hay que trabajar con los que es ser emprendedor cívico, ciudadano y empresario con responsabilidad ciudadana. Se habla mucho de triple impacto, económico, social y ambiental, y yo le agrego un cuarto impacto, que es el ciudadano. Así que bueno, todos estos temas valdrían la pena en las escuelas. De hecho, hay muchas jurisdicciones que están dando esos pasos, en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se está llevando al secundario la enseñanza de la actitud emprendedora y de emprender como una alternativa futura de desarrollo personal. 

«Enseñar emprendedorismo no quiere decir solamente explicar cómo se hace un plan de negocios o un modelo Canvas. Es enseñar lo que pasa cuando hay actitud emprendedora, cuando hay esa mirada de querer transformar el futuro, de querer agregar valor, de crear algo nuevo, algo mejor, algo distinto, algo más bello y más útil»

-¿Qué vinculo hay entre emprendedorismo e inmigración? 

-Si uno lo mira en la historia de la Argentina y muchos de nuestros países y por supuesto, Estados Unidos, todos esos países se hicieron grande con los inmigrantes. El inmigrante es el ejemplo de emprendedor porque va en busca de una oportunidad, muchas veces movido por la necesidad. Yo dirijo el Global International Monitor, una investigación a nivel mundial sobre la actividad emprendedora, y distinguimos los dos tipos. Vos podés emprender movido por oportunidad o por necesidad y en nuestras inmigraciones tenés de los dos casos.

El emprendedor como el inmigrante siempre tiene pocos recursos. Tienen que atravesar la incertidumbre que es la otra característica común para transformar esa incertidumbre en riesgo porque hay que entender los riesgos, transformarlo en riesgo y después en valor y sobre todo hay una enorme vocación de trabajo. O sea, nada regalado. Entonces, si miramos en la historia eso es así y si miramos hoy lo que pasa en los países incluso más desarrollados, fíjate lo que es en Silicon Valley en Estados Unidos: las grandes compañías tecnológicas siempre tienen algún inmigrante entre sus fundadores y esto es porque está esa vocación de construir. A mí me parece que tiene mucho que ver con eso. Entonces, yo lo asocio mucho a la actitud emprendedora con la del inmigrante. 

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