«Nací en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Siempre me preguntan si soy uruguayo y tengo que aclarar que no, que la ciudad donde nací queda en Argentina. Allí vivo actualmente, lejos de las grandes urbes (a excepción de los años de estudios universitarios donde me mudé a La Plata para estudiar en la Facultad de Periodismo de la UNLP), disfrutando del mate amargo y llegar caminando a la Universidad para dar clases». Así se define Adrián Pino, periodista e investigador en desinformación, co-fundador de Proyecto Desconfío y miembro del Comité Ejecutivo de la Cumbre Global sobre Desinformación.
Actualmente es becario doctoral de Conicet donde estudia el fenómeno de la desinformación en los entornos digitales. Investiga sobre este tema desde 2018 cuando, junto a Soledad Arreguez, fundó Proyecto Desconfío, una iniciativa para combatir la desinformación. Ese es su principal tema de trabajo profesional. Desde 2000 también ejerce el periodismo en radio y sitios digitales. Con posgrados en Opinión Pública, en Análisis Político, una diplomatura en Educación, Imágenes y Medios (Flacso) y una Maestría en Educación Superior.
Aunque ahora es jugador amateur de padel, su vida deportiva estuvo marcada por el básquet en el Club Parque Sur donde jugó desde las categorías infantiles hasta llegar al equipo de primera. Disfruta de los recitales de rock en vivo y de las tardecitas de mate amargo en la vereda de su casa, donde vive junto a mi familia.
–¿Cómo ves la evolución del factchecking? ¿En qué estado o etapa se encuentra el modelo?
-Si bien hay indicios sobre la incidencia positiva del fact checking, en Proyecto Desconfío consideramos que la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI / MIL) es el camino necesario para poner freno a la desinformación.
En América Latina hemos iniciado una serie de alianzas muy interesantes entre Proyecto Desconfío e iniciativas de fact-checking para diseñar campañas de comunicación que aumenten la visibilidad del contenido verificado y abran nuevos canales como WhatsApp para distribuir contenido más simple de entender y que promueva su viralidad.
Acelerar el entrenamiento de verificadores en AI y promover campañas con más engagement son claves para el crecimiento de las iniciativas de fact checking. En esos dos caminos tratamos de acompañar desde Proyecto Desconfío.
-¿Qué cambia en el panorama la irrupción de la IA generativa?
-La irrupción de la Inteligencia Artificial presenta nuevos desafíos a los verificadores. Por eso estamos entrenando a varios equipos de la región en el uso de herramientas y técnicas con inteligencia artificial para detectar contenido falso o manipulado.
Estos esfuerzos requieren más programas de aceleración para incrementar la inmersión de periodistas en el uso y detección de campañas de desinformación generadas con AI.
De todos modos, el escenario de la desinformación sigue siendo sumamente efectivo con piezas de lo que denominamos cheap fakes: se trata de piezas básicas como una imagen editada o una frase falsa atribuida a algún protagonista. Aún no vemos un impacto relevante de piezas más complejas como los deepfakes en las campañas de desinformación en la región. De todos modos, sólo es cuestión de tiempo y hay que estar preparados para ese momento.
–¿Qué análisis hacés de la creciente desconfianza sobre las fuentes de información tradicionales?
-La desconfianza en el periodismo viene descendiendo de forma sistemática año a año. Las cifras que reporta el Digital News Report del Oxford Institute, no sólo advierten de esta situación sino también de la creciente decisión de evadir voluntariamente las noticias. La desinformación se nutre de estas prácticas y alienta la desconfianza generalizada como principal estrategia de penetración. Por eso estamos trabajando codo a codo con medios y organizaciones periodísticas como la Sociedad Interamericana de Prensa para recomponer esos niveles de confianza en el periodismo. La gente necesita información confiable para tomar decisiones todos los días y los medios siguen siendo, hasta ahora, las organizaciones mejor preparadas para brindar esa información.
Aumentar la confianza en el periodismo implica transparentar los estándares de calidad periodística, mejorar los procesos internos de verificación de la información y acelerar la detección de desinformación. En eso trabajamos desde Proyecto Desconfío, creando algunos estándares sobre inconsistencias en el contenido periodístico para ayudar a los editores a detectar estas falencias ANTES de publicar un contenido.
-¿Cómo fue la experiencia de ingresar a la conversación regional sobre desinformación con un proyecto gestado en el interior del país?
-El hecho de vivir en una ciudad de 80.000 habitantes permite tomar registro directo del alcance de la desinformación y su impacto en la vida de personas allegadas. Trabajar para el mundo desde Concepción del Uruguay solo confirma que la conectividad y el mundo digital abrieron la puerta para que podamos combinar altas exigencias profesionales con la vida tranquila de las ciudades del interior. Es una combinación altamente recomendable para aquellos que tienen oportunidad de replantearse su devenir diario.
–Tres cuentas de X que vale la pena seguir:
Proyecto Desconfio -una guía necesaria para seguir de cerca las nuevas herramientas y acciones que se implementan para combatir la desinformación: @DesconfioA
Derecho en Zapatillas, de las pocas cuentas que traen humor e info útil lejos del lenguaje intrincado de los abogados: @dzapatillas
SocialTIC es un estandarte de los derechos digitales. Su gente es muy valiosa y sus iniciativas muy necesarias: @socialtic
–Un libro sobre tu profesión para recomendar:
Las palabras en las cosas : saber, poder y subjetivación entre algoritmos y biomoléculas, de Pablo Manolo Rodríguez. Complejo, pero necesario para todo periodista / comunicador.
-Una película o serie:
House of Cards, de Netflix.
-Una rutina típica
Preparar el mate antes de afrontar decisiones difíciles o la catarata de mails luego de un fin de semana largo.
–Un consejo que hubieras querido recibir en su momento:
Aprender a esperar. El tiempo acomoda todo.
Muy interesante la entrevista a Adrián Pino, y recordar que «el interior también existe».