Ricardo Ricky Minicucci es fundador y CEO de Trasa, empresa dedicada a la inclusión financiera con certificación de Empresa B. Es presidente del Consejo Empresario B.

En 2002 fundó ZCOM, hoy Trasa. Actualmente colabora en áreas de Triple Impacto y Capital Humano. Con Pago24 implementó una red de 20.000 comercios de cercanía donde se brindan diferentes productos y servicios financieros. Estudia historia de Roma y del mundo antiguo, lee, toma cursos de Filosofía y es un apasionado del estoicismo. 

-Para comenzar, ¿cómo ideaste Trasa y qué problemas busca solucionar?

-Trasa fue creada en la crisis del 2001, y me gusta decir que ahora estamos cumpliendo 21 años -en realidad, el año pasado- en medio de otra crisis, o sea, 20 años después sigue pasando lo mismo. En un principio desarrollamos tecnologías para telecomunicaciones con el fin de que la gente pudiese conectarse en dicha crisis. Los hijos de algunas familias emigraban a España y Estados Unidos, tal como hoy también está sucediendo. Entonces diseñamos una tarjeta telefónica de llamadas (el famoso “0800”), de tiempos en que la gente le ponía una especie de candado a los teléfonos y hacía llamadas por medio de unas tarjetas con raspadita. 

Ahí arrancamos, y en esa época fundamos una compañía de telecomunicaciones. Hay una frase de Taleb [ensayista libanés] que dice: “lo importante es lo desconocido”. Años después, podemos decir que somos una compañía totalmente distinta y que me gusta más que la que quería. Es importante lo que no conocemos, esos caminos sinuosos y quizás un poquito oscuros. 

Actualmente, después de mucho trabajo, tenemos un propósito que es llevar la inclusión financiera a todas las personas acercando infraestructura de servicios financieros a los barrios populares, como por ejemplo es el caso de los cajeros automáticos no bancarios. En 2017, cuando el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Luis Moreno quería mudar las oficinas del banco a la Villa 31 (hoy Barrio 31) se nos ocurrió “primerearlo”. También se mencionaba que iba a ir Santander, McDonald’s y el ministerio de Educación de la Ciudad. 

Allá fuimos. Caminamos el terreno y descubrí algo que luego he visto cuando paso por la autopista: personas en el barrio. Ahí empezamos con los chicos que trabajan con nosotros a ir hacia lo desconocido y descubrir lo maravilloso que pasaba, y que no se veía. Nos pusimos como desafío, a los tres meses, abrir un local (aunque el Gobierno de la Ciudad creía que estábamos locos). Nos metimos. Nos pusimos de acuerdo con Carlos, un comerciante de la zona, quien nos alquiló un espacio y logramos nuestro primer hito: tomar dos personas del barrio y ponerlas en blanco. Éramos la primera empresa que llegaba a la (villa) 31. Hoy hay 50 empresas, así que tan locos no estábamos. Pudimos poner a dos chicas del barrio a trabajar en blanco, como correspondía.

Al año siguiente dijimos: “vamos a cumplir otro hito”, porque el desafío era lo que nos movía. Decidimos instalar el primer cajero automático en un barrio de estas características. Funciona 24X7, sobre la vereda, sin lobby, como en Europa o Nueva York, y nunca fue vandalizado. Esa es una de las soluciones que aportamos.

-¿Qué es una empresa B y cuáles son las ventajas que le otorga a una compañía obtener dicho sello?

-Una empresa B es una compañía de triple impacto. Se trata de aquellas empresas que  quieren solucionar una problemática social o ambiental y eso está en el centro de su modelo de negocio. Triple impacto: económico, social y ambiental. Si no hay impacto económico no puedo resolver ninguna problemática. Tenemos que ganar plata como compañía para poder resolver estas problemáticas, pero me refiero a no tener como propósito ganar plata. Cuando arranqué en los negocios, a los 21 años, quería ganar dinero. Nadie me dijo “buscá un propósito”, que es precisamente lo que intento hacer con los chicos en Trasa o en otra organización o cuando mentoreo. Busquemos un  propósito, porque sino es “voy a la nada”. ¿Una vez que tengo plata qué hago? En algún punto encontramos ese norte. Eso son las Empresas B.

¿Qué beneficios tienen las compañías certificadas con dicho sello? En principio, generás tribu, generás familia: Trasa es una compañía de doscientos colaboradores, y pudimos ponerlos en su momento 100% en blanco y con una prepaga incluida, lo que hoy es complejo, pero allá vamos. Competimos con las grandes corporaciones desde otro lugar. Nosotros decimos que no podemos pagar los sueldos de Mercado Pago, de Ualá, de compañías competidoras más grandes que nosotros. 

Yo creo que cualquier compañía que decide trazar un camino hacia el triple impacto -aunque a veces no esté muy convencida o no sepa cómo hacerlo- está eligiendo un hermoso camino. Empezás a tener devoluciones de los colaboradores que quieren trabajar en una empresa de triple impacto, con propósito, porque son parte, intentamos que sean todos parte. Cuando buscamos un propósito en las distintas unidades de negocio que tenemos hacemos partícipe a todos, y nos preguntamos siempre “¿dónde estará el propósito de esta nueva unidad de negocio?”. Se trata de un trabajo 360, muy holístico y que es hermoso, porque quizás la idea del líder o del referente era tomar un rumbo determinado, para después darse cuenta de que un colaborador, con una cosita que vio, nos hizo cambiar de camino.

Por otro lado, presido el Círculo de Impacto B, donde aunamos a empresas B, medianas y grandes, como Trasa, Limpiolux, Grupo Mitre, Natura (una gran empresa, una multinacional) y empresas no B como Banco Galicia, Mercado Libre, Correo Urbano y Barbieri. Algunas empresas están más cerca y otras un poco más lejos del triple impacto, pero saben, estratégicamente, que es el camino. Esto no es solo ambiental como la gente cree (quizás porque no estamos comunicando del todo bien o porque es difícil comunicar cuando hay tanta información). Nuestro foco es lo social, y después vamos a lo ambiental. Por ejemplo, ahora estamos midiendo la huella de carbono para poder neutralizarla o bajarla. Invito a cualquier organización, aunque no pueda certificar o crea que no puede, a recorrer un camino B, porque lo que se mide se puede cambiar. Uno de mis mentores es Sócrates. Él ya sabía lo que había que hacer: medirse, autoconocerse. Si trabajás tu “yo” vas a poder saber lo que te gusta y lo que no te gusta, y aquello que no te guste, modificarlo. Esto es igual en una organización. Medirse importa. 

He fundado esta compañía hace más de 21 años. Germán Mazzuchelli, gerente general, vive en Concordia y viene una vez por mes al Distrito Tecnológico, donde tenemos las oficinas. Impensado hace seis años que alguien que gerencia equipos de casi 200 personas pueda trabajar a distancia y manejar el negocio en todo el país. Como me gusta desarrollar negocios solucionando alguna problemática, a veces le digo “Germán, se me ocurrió esta idea”. En dos minutos me plantea: “¿Cumple o no cumple con el camino de nuestro propósito?” Si no cumple, el negocio queda desechado, por más que sea bueno.

-¿Cómo se inserta hoy Trasa en la revolución fintech, de qué modo innova y cómo utiliza la tecnología para mejorar la experiencia del usuario de sus productos y servicios?

-El contexto es el contexto, y suelo no querer opinar al respecto porque no depende de mí. Me gusta el estoicismo, practico esa filosofía. Hace 10 años, allí por 2013 o 2014, diseñamos una billetera electrónica. Estábamos solos, éramos pioneros y, quizás, demasiado anticipados. Después llegó Mercado Libre y Ualá, y quisimos seguirlos, pero no pudimos. Me corrí y desarrollamos otro negocio, habiendo buscado primero el propósito. Me olvidé de lo que hacían los demás. El estoicismo me permite hoy surfear el contexto.

Me di cuenta de que innovar no tiene que ver únicamente con la tecnología actual. En plena pandemia decidimos, estando guardados y siendo curiosos e innovadores, juntar un cajero automático, que es algo que existe hace 50 años, con una caja de atención al público, que quizás tiene más de 1000 años y con una plaza, espacio de una antigüedad de más de 3000 años, pensando en Atenas. Unificamos esos tres puntos y desarrollamos lo que llamamos una Unidad Modular de Inclusión Financiera (UMIF), que es una especie de container. Fuimos a conversar con el gobierno municipal de Ezeiza y le dijimos que queríamos llevar a la gente que estaba haciendo filas de 300 o 400 metros en plena pandemia y en la vereda, hacia una plaza, hacia el verde. Fue una innovación con productos que tienen muchos años. No importa el “con qué” lo hacemos: si es con una billetera electrónica, con un cajero automático o con cash. Buscamos solucionar una problemática con lo que tengamos a mano. 

En 2013 quisimos la billetera electrónica, pero no pudimos y otro lo hizo mejor. Mercado Pago revolucionó el hecho de que hoy una persona en cualquier barrio popular de Argentina pueda tener una app y pagar. Eso no lo pudimos hacer nosotros, entonces nos corrimos e innovamos con las herramientas que teníamos. ¿Qué es la innovación?, eso es la innovación para nosotros. No importa si es con blockchain, con un cajero automático o con cash, pero tenemos que resolver una problemática en el terreno. Y ahí descubrís que en ese lugar, donde además ofrecemos clases de educación financiera, existen problemas de todo tipo, por ejemplo de educación tradicional y de humedad. Ya me quedó corta la inclusión financiera, porque cuando vas a un barrio, y quizás más después de un día de lluvia, te das cuenta de que en el comedor hay veinte centímetros de agua. Ahí digo “¡qué voy a hablar acá de la inclusión financiera!” 

-¿Ha desarrollado Trasa algún programa de educación financiera?

-Cuando empezamos a caminar estos barrios en 2016 y 2017, nos dimos cuenta de que lo que queríamos hacer estaba lejos de lo que podíamos dar. Ocho años después, no los mismos equipos sino otros y “haciendo magia” como suelo decir, empezamos a trabajar el cliente interno, quien luego atiende al cliente externo. Aquellos que tenemos funciones de líderes, no de jefes, es decir, los referentes, tenemos que trabajar eso.

El mismo equipo se dio cuenta de que caminando los barrios populares y hablando con diferentes asociaciones, fundaciones y ámbitos del gobierno de la Ciudad (donde hace 8 años pedí un lugar para poner mi local y hoy se dan clases de oficios) podíamos dar clases de inclusión financiera, todo ahí mismo. No solo el equipo de triple impacto (RSE) sino todos, y en horario laboral sin ningún tipo de retribución económica.

Tenemos un balance positivo: el año pasado ganamos el premio de Clarín Pymes a “Mejor Empresa de Impacto Social” y ahora en Estados Unidos un galardón como “una de las mejores empresas de inclusión financiera de Latinoamérica”. Actualmente, además, estamos dando clases de inclusión financiera en la cárcel. Trasa es una empresa que cree en la colaboración extrema, no nos podemos quedar quietos, nos desafía y divierte el contexto, nos da metas de largo plazo. Por eso crecimos en una crisis como la del 2001. En Argentina hay más de 6 mil barrios populares -entre asentamientos y villas- de las que entre los años 1900 y 2001 se crearon 2.500. La crisis no empezó ayer. 

¿Trasa ha colocado en el mercado de capitales bonos verdes en tanto Empresa B?

-Fuimos la primera empresa, hace dos años, en emitir un bono social verde pyme con Banco Galicia (junto con Beccar Varela y SMS, la certificadora). Les contamos lo que queríamos hacer, porque nos definimos como una empresa de storydoing. Fue una solución para financiarnos e impulsar nuestro propósito. Todos se pusieron el proyecto al hombro, no solo nosotros sino también el banco. Somos todos humanos. Si vos decís que querés ayudar y te creen, la gente colabora y apoya. Así fue que salimos a ofertar esta Obligación Negociable (ON), la primera “social” de una Empresa B. Fue todo un éxito. Pedimos por aquel entonces 30 millones de pesos y ofertaron cinco veces más, y lo hicieron los bancos y las operadoras de bolsa. Hoy quedamos en relación con todos los bancos que las compraron, por ejemplo Supervielle, Mariva y Comafi.

Nosotros cooperamos, por ejemplo, cuando armamos centros de pago con colegas como Rapipago y Pago Fácil. Yo me pregunto: cuando una empresa busca cumplir su propósito ¿quién te gustaría que lo cumpla, tu empresa o la competencia? Es una pregunta difícil de contestar porque es uno el que quiere concretarlo, pero lo importante es ayudar. Entonces, cuando nos damos cuenta de que nosotros solos no vamos a poder, felicitamos a nuestros colegas cuando son ellos quienes cumplen nuestro propósito. ¿Un ejemplo?, cuando se instalan en un barrio popular o brindan servicios financieros. Antes hacíamos “buenos negocios”, y ahora hacemos “negocios buenos”. Es lo mismo en realidad.

Además, somos la primera empresa no bancaria que lanzó en 2018 una tarjeta prepaga. La primera Empresa B que lanzó una Mastercard, y con Visa nos pasó lo mismo. Ahora los bancos tienen sus áreas de sustentabilidad y se juntan con las Empresas B. Quizás no tienen en claro por dónde, pero saben que ese es el norte. 

-¿Qué modificaciones regulatorias hacen falta para que el negocio de Trasa se desarrolle aún más?

-Todos sabemos que en Argentina hay un montón de comercios de cercanía que venden dólares de forma no oficial. Podemos llamarlos “malos” si nos referimos a ellos como “cuevas” o decir que hacen el bien porque ayudan a que el público no tenga que ir al centro a cambiar divisas. Trasa fue agencia oficial de cambio, y podría brindar ese servicio nuevamente si se libera el mercado. Actualmente somos corresponsal bancario y captamos pagos del Santander. También estamos haciendo una alianza con Galicia para que cuando una persona esté lejos de una sucursal pueda ir a un local de Pago24 (nuestra marca) y hacer un depósito y resolver problemáticas frente al cierre de sucursales bancarias.

En un barrio del conurbano bien profundo hoy lanzamos el primer cajero móvil. Se engancha como un trailer y nos permite llevarlo a cualquier zona. También estamos instalando un local en el partido de La Matanza en un espacio cedido por Cáritas. Hay localidades del Gran Buenos Aires que están a 50 minutos en colectivo para ir a sacar plata de un cajero de una red bancaria. Frente a eso, los intendentes de muchos municipios con los que trabajamos, como por ejemplo Ezeiza, Berazategui, Buenos Aires, Lanús, Saenz Peña, se dieron cuenta de que resolvemos una problemática al acercar servicios financieros a estos barrios. Así cumplimos nuestro propósito.

Por último, está claro que la gente quiere pagar, no necesariamente con una billetera electrónica sino pagar. En los barrios populares a veces falla Internet, lo mismo puede suceder en cualquier lado. No hay que olvidarse de que vivimos en un mundo físico al que podemos ayudar, por eso nos desarrollamos en los territorios. 

Quiero cerrar con una frase de Marco Aurelio: “Lo que es bueno para la colmena es bueno para las abejas”. A veces no nos damos cuenta de eso. Si apostamos a desarrollar negocios que sean buenos para la colmena y no solo para las abejas, van a ser buenos también para las abejas.

Ayudanos a seguir pensando, buscando y elaborando información para conectar a la sociedad. Si valoras lo que hacemos....

Invitame un café en cafecito.app
Buy Me a Coffee at ko-fi.com

Hacé tu comentario

Por si acaso, tu email no se mostrará ;)