Sebastián Biagini es ingeniero. En 2007 ingresó a Red Hat, empresa multinacional estadounidense de software, como gerente comercial. Actualmente es country manager de la firma para Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. En esta entrevista para #TMTConversaciones explicó de qué se trata el software libre, la transformación digital y las comunidades de desarrolladores.
–Red Hat es sinónimo de software libre ¿Qué es el software libre y cómo ha evolucionado estos últimos años?
-El software libre, software de código abierto, tiene que ver con la forma en que se desarrolla: es de forma colaborativa, armando comunidades de desarrollo y definiendo intereses comunes. Alrededor de eso se junta gente y empresas para solucionar un tema tecnológico y generar software de alta calidad en menor tiempo. Eso tiene que ver mucho con estos conceptos de innovación abierta.
–Además se contrapone un poco a cierta trayectoria que ha habido en la propia industria del software en la cual cada uno cuidaba su desarrollo y trataba de monetizar todo lo que podía. El software libre es todo lo contrario, las fronteras son porosas
-Las fronteras son porosas y tiene que ver con cómo se originó todo el tema de la tecnología. Allá por los años 50 el código realmente se compartía en el ámbito académico y científico, siempre fue así y sigue siendo así. La colaboración aporta mucho a la innovación.
«El software libre, software de código abierto, tiene que ver con la forma en que se desarrolla: es de forma colaborativa, armando comunidades de desarrollo y definiendo intereses comunes»
Red Hat tomó esos conceptos. Del software de comunidad se hace un software a nivel empresarial, consumible por los grandes data centers y las empresas, para resolver sus temas de procesamiento y generar aplicaciones para sus negocios.
–¿Qué son las comunidades de desarrolladores?
-Es muy interesante el proceso de cómo se gestiona y Red Hat participa en el armado. Incluso en estos últimos años compró un software propietario, que tenía una licencia de uso y abrió el código. A todos esos conceptos de propiedad intelectual los desarmó y empezó a generar comunidades que desarrollan y piensan sobre la evolución de estos productos. Estas comunidades hoy están formadas mayoritariamente por empresas que antes desarrollaban bajo un esquema mucho más piramidal y se suman a las comunidades de desarrollo de software de código abierto.
«Estas comunidades hoy están formadas mayoritariamente por empresas que antes desarrollaban bajo un esquema mucho más piramidal y se suman a las comunidades de desarrollo de software de código abierto»
–¿Qué tipo de profesionales integran esas comunidades? ¿Dónde se preparan esos profesionales?
-Argentina no es la excepción en el mundo. Es mayor la demanda que la oferta de los profesionales que salen de las carreras técnicas y universitarias, con lo cual allí tenemos el desafío de mejorar y proveer más profesionales al mercado laboral. Por otro lado, tenemos tantas tecnologías nuevas que los perfiles de los profesionales ya no son solamente programadores, independientemente del lenguaje porque también la velocidad de los lenguajes van cambiando.
Es interesante el proceso de elaboración del código. Uno se imagina a una persona escribiendo líneas de código que finalmente terminan siendo ceros y unos. Es un proceso que en los últimos años se está revisando en términos de la automatización de esos procesos, todavía sigue siendo muy artesanal y si miramos otras industrias como la automotriz, que se ha robotizado prácticamente en su totalidad, vemos el gran desafío del mundo del software de proveer aplicaciones mucho más rápidas.
–¿Vos decís que va a haber un software que va producir software automáticamente?
-Exactamente. Eso ya está ocurriendo.
«Tenemos tantas tecnologías nuevas que los perfiles de los profesionales ya no son solamente programadores, independientemente del lenguaje porque también la velocidad de los lenguajes van cambiando»
–¿Cómo es? Es como la pesadilla de que nos van a dominar las máquinas, que no son máquinas
-Se cumplieron 50 años de la película de Stanley Kubrick Odisea en el espacio donde muy premonitoriamente se anunció la inteligencia y el dominio de las máquinas.
Esto tiene que ver con eso, con conceptos de inteligencia artificial que finalmente son algoritmos matemáticos y algebraicos que van aprendiendo de lo que está pasando a nivel de rutinas. Eso va alimentando al software para que esto sea continuamente un aprendizaje y mejora en cuanto al código que está escrito.
Así como nosotros empezamos en el jardín aprendiendo en las dimensiones con los cubos y luego vamos a la escuela primaria, el software aprende de la misma forma.
–¿Qué es la transformación digital?
-El mercado de tecnología se ha caracterizado por tener estos conceptos que son muy abarcativos. Cuando vino toda la tecnología de las grandes supercomputadoras a computadoras más chicas y a servidores locales fue todo un cambio de como se hacía también el software. Después vino internet en el año 2000.
La transformación digital es mucho más abarcativa, tiene que ver con cómo las empresas empiezan a cambiar sus procesos para dar mejores servicios a un menor mejor costo y de forma mucho más eficiente. Los bancos a sus clientes, el gobierno a los ciudadanos y las telcos a los usuarios. La respuesta que da el mercado tecnológico tiene que ver con cómo entendemos un problema y aportamos software para mejorar estos procesos.
«Así como nosotros empezamos en el jardín aprendiendo en las dimensiones con los cubos y luego vamos a la escuela primaria, el software aprende de la misma forma»
–¿Es incorporar máquinas, cambiar procesos o cambiar la cabeza de las personas?
-Ahí empezamos a hacer futurismo hasta donde las máquinas y la tecnología van a reemplazar el trabajo.
La historia por ejemplo de la agricultura, con el arado a mano, ha cambiado y hoy su tecnificación es impresionante, lo mismo sucede en todas las industrias. De alguna manera, el hombre tiene esta capacidad de reinventarse y de buscar nuevos desafíos. Yo creo que es un ciclo virtuoso incorporar tecnología con estos conceptos de transformación digital llevados para mejorar, siempre mirando al ciudadano o a los clientes.
–¿Cuáles son los sectores más activos en la Argentina en la incorporación de soluciones tecnológicas?
-Yo creo que todos los sectores están entendiendo esta necesidad, sobre todo por la globalización. Vemos ejemplos de cómo compañías muy exitosas que, de la noche a la mañana, desaparecen en parte por no entender lo que está sucediendo.
Las telcos sin lugar a dudas están en plena transformación de sus redes, ya es inminente la incorporación de una nueva tecnología que es la quinta generación. En Argentina la tendremos en dos o tres años.
En el sector bancario se están incorporando nuevos participantes no tradicionales que están movilizando a la vieja banca para dar mejores servicios.
Después, está el sector público que tiene desafíos enormes. En argentina todos los sectores entienden que incorporar la tecnología favorece y este gobierno está haciendo mucho.
«Las telcos sin lugar a dudas están en plena transformación de sus redes, ya es inminente la incorporación de una nueva tecnología que es la quinta generación. En Argentina la tendremos en dos o tres años»
–¿Son los clientes quienes exigen que los entiendan o las empresas son quienes deciden adelantarse para no perderlos?
-Es una mezcla. Yo creo que son las empresas por estos nuevos jugadores que se están incorporando al mercado que están dando otro tipo de soluciones.
Al banco le cuesta mucho porque básicamente tiene una limitación tecnológica y es muy difícil transformarla. Estos bancos tradicionales vienen con ese legado pesado. En cambio, los nuevos jugadores idean sus nuevas empresas desde cero incorporando tecnología con un servicio más eficiente.
–¿Qué hacen lingüistas, psicólogos y sociólogos trabajando en empresas de tecnología?
-Interesantísima la pregunta porque se relaciona con la pregunta anterior. Tiene que ver con la incorporación de la tecnología, ya no se ve nada más con los programadores, administradores de un centro de cómputos o un analista de sistemas. Hoy prácticamente todas las profesiones están ligadas a la tecnología.
En nuestro caso particular incorporamos doctores en lingüística. Ellos interpretan lo que se escribe en las redes sociales o lo que se escribe como comentario en un diario, después los técnicos lo traducen en algoritmos codificables. Eso se extiende a psicólogos, a matemáticos, físicos y abogados. Hoy hablar del mundo tecnológico en el cortísimo plazo, incluye absolutamente a todas las profesiones. Creo que eso es un desafío curricular de las universidades el empezar a incluir temas tecnológicos en todas las carreras.
–Ahora hay un esfuerzo por parte de quienes desarrollan tecnologías de tratar de entender lo que hacen las personas. En la práctica real, ¿hasta dónde, por ejemplo, un ciudadano puede decirle al Estado usando su voz, a través de algún dispositivo, qué es lo que necesita o dónde se paga tal impuesto?
-Es interesante porque nos ha tocado vivir los comienzos de la computación sobre toda la hogareña en la cual necesitábamos aprender un montón de comandos. Ahora se ha facilitado mucho la computación, sobre todo con el tema de las tablets y de los celulares. El uso es mucho más amigable e interactivo comunicarse. Antes si no conocías los comandos era muy difícil de entender de qué estábamos hablando.
Vivimos estos inicios y claramente la computación continúa con el proceso de automatización, de hacerse mucho más amigable y consumible por todos los ciudadanos.
«En nuestro caso particular incorporamos doctores en lingüística. Ellos interpretan lo que se escribe en las redes sociales o lo que se escribe como comentario en un diario, después los técnicos lo traducen en algoritmos codificables»
–También hay una cuestión de fondo muy importante: la privacidad. Venimos del episodio de Facebook [con Cambridge Analítica]
-Tenemos que aprender a cómo manejarnos. Lo de Facebook claramente fue un acuerdo de buena fe con esta universidad de Inglaterra de prestar datos para hacer investigación y se filtraron para temas comerciales.
Son estas cosas nuevas que tenemos que aprender. En parte estamos viviendo una transformación digital y todos tenemos que aprender todos los días algo nuevo, los abogados en términos contractuales y los usuarios a cómo cuidarse.
En términos tecnológicos de datos y todavía nos falta mucho aprender a cómo manejarnos en la Internet para cuidarnos. Obviamente está también el rol del estado, Argentina está en un proceso de discusión de la ley de ciberseguridad como en otras partes del mundo. Es un aprendizaje continuo que no se resuelve un día para el otro.
–¿Argentina es un país que está acompañando a los sectores que están incorporando más tecnología para prestar servicios? En términos de contexto económico, regulaciones e inversión pública ¿cuál es nuestro panorama?
-Argentina tiene el don particular de estar surfeando permanentemente crisis económicas y algunas políticas, ya lo tenemos naturalizado. Esto nos fortalece y en el mercado de la tecnología claramente somos referentes a nivel latinoamericano. Hay muchas empresas de tecnología que exportan sus servicios al resto del mundo, desde aplicaciones para teléfonos hasta videojuegos. Realmente hay un talento muy importante.
Existe el desafío, como política de Estado, de intensificar la educación técnica y universitaria para tener más recursos porque no alcanzan los profesionales para atender la demanda del mercado y en unos años va a ser mayor. Esto no solamente tiene que ser de personas técnicas, cualquier profesión se tiene que acercar a la tecnología y aportar su conocimiento a la tecnología.
–¿Qué están haciendo las empresas para estimular a los jóvenes, sobre todo a las mujeres en este ámbito profesional muy masculino, para que haya más chicos interesados en estudiar estas carreras?
-Ahora hay muchas iniciativas de fomentar precisamente que haya más chicas programadoras.
Además este año [2018] ingresaron más estudiantes para las carreras técnicas que otros, en desmedro de otras más populares, pero creo que el desafío es incorporar a todo el mundo a la tecnología. Estamos en el momento justo. Estos conceptos nuevos de big data y de inteligencia artificial implican incorporar a gente no tradicional al mercado de la tecnología.
«Existe el desafío, como política de Estado, de intensificar la educación técnica y universitaria para tener más recursos porque no alcanzan los profesionales para atender la demanda del mercado y en unos años va a ser mayor»
–¿Hasta dónde hay que educar al ciudadano común sobre estos temas?
-Yo creo que se tiene que intensificar. Hay que poner mucho más énfasis en acelerar esos procesos de educación para crear este círculo virtuoso y ganar más gente en el mercado de la tecnología. Hay que empezar a desmitificar que esto es solamente programar, solamente conocer aspectos tecnológicos. Todo el mundo tiene algo para aportar que después puede terminar en un código o en una aplicación tecnológica.
–¿Cuáles son los principales desafíos que plantea el futuro?
-Los principales desafíos están relacionados con la cultura del código abierto que Red Hat viene promocionando hace más de 20 años y que muchas empresas están entendiendo que es la forma de desarrollar software.
–E incluso algunas empresas tradicionales
-Todas las tradicionales hoy aportan muchísimos recursos a distintos proyectos que son públicos, porque son de acceso público y cualquiera puede colaborar. Lo que rescato es la cultura en términos de colaboración.
Hay una anécdota muy interesante del código abierto: había un señor en Estados Unidos que patentó el primer motor a fines de 1800 y durante muchos años no hubo otro motor, por lo que la industria automotriz incipiente tenía que agarrar esa patente y pagar el royalty. Fueron años muy difíciles hasta que Ford, con un grupo de otras empresas, pudo revocar esta patente y ahí fue el boom de la industria automotriz. Ford, hace más de 100 años, decía: “Estar juntos es el principio, mantenernos juntos es el progreso, trabajar juntos es el éxito”.
El gran desafío que tenemos en Argentina tiene que ver esto: trabajemos más juntos, identifiquemos los problemas y agrupémonos para tener resultados más rápidos y de mejor calidad.
–¿Hay más predisposición a eso?
-Yo creo que sí, más allá de los temas políticos que hoy nos atraviesan. Los problemas centrales nos tienen que agrupar y me parece que en todas las industrias hay comunidades que se juntan.
–Además hay una cuestión generacional. Tal vez los profesionales más jóvenes tienen esa cultura que no tienen los ejecutivos que dirigen las empresas en las que trabajan
-Exactamente. Tenemos que dar ese espacio a estas nuevas generaciones, que ya nacieron con la tecnología, que son los que realmente van a transformar este mundo que todavía tiene muchas deudas con los ciudadanos y la desigualdad.
«El gran desafío que tenemos en Argentina tiene que ver esto: trabajemos más juntos, identifiquemos los problemas y agrupémonos para tener resultados más rápidos y de mejor calidad»
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