Carlos Pallotti es un predicador de la oportunidad que la economía del conocimiento tiene desde hace décadas. Fundó y dirigió varias empresas de software y tecnología, fue presidente de distintas organizaciones de la sociedad civil vinculadas al desarrollo tecnológico y de la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi). En la función pública fue subsecretario de Servicios Tecnológicos y Productivos del Ministerio de Producción durante la primera parte del gobierno de Cambiemos -cargo que abandonó en una de las reestructuraciones del gabinete- y actualmente asesora a distintos gobiernos como especialista en políticas tecnológicas y desarrollo productivo. Estuvo en la tercera temporada de #TMTconversaciones pocos días antes de la sanción de la ley de promoción de la economía del conocimiento para explicar, precisamente, de qué se trata este sector y cuál es su potencial.
-¿Qué es o a qué se llama economía del conocimiento?
-Este es un término que empezó a usarse hace no más de 15 años para tratar de identificar todo un sector creciente de la economía que agrupa actividades en las que el núcleo está basado en un profesional o un técnico que utiliza su capacidad intelectual para desarrollar un servicio para algún cliente. Esto incluye desde un médico hasta un desarrollador de software o alguien que hace una película. A toda esa actividad económica que ha tenido distintos nombres, varios autores la empezaron a llamar economía del conocimiento. De alguna manera viene en transición, reemplazando cierta parte de la que podríamos llamar vieja economía o economía tradicional, en la que se observa y en muchos casos está insertada la producción de bienes. Por ejemplo, un automóvil contiene cada vez más servicios y menos producción. En una prenda textil hoy por el 80 % es servicio ligado a la logística, al diseño, la marca, las franquicias, y mucho menos la producción física.
-Si tuviéramos que hacer una clasificación de los subsectores dentro de la economía del conocimiento ¿cuáles serían los principales?
-Hay uno que es claramente identificable que es toda la industria del software y actividades conexas, los llamados servicios informáticos; luego está toda la producción audiovisual, el cine y la televisión; después vienen los servicios profesionales, que es un amplio espectro de consultoría, recursos humanos, el asesoramiento contable. También están todos los sectores ligados a la biotecnología y la bioingeniería, y los servicios médicos y servicios educativos. De alguna manera, las naciones empezaron a clasificar todo esto de acuerdo, por un lado, con lo que consumen internamente, y por el otro, con lo que producen con destino final fuera de sus fronteras. La economía del conocimiento es por default lo que se produce para el exterior, por ejemplo el turismo médico que recibe al que quiere operarse, o el que viene a educarse o el software que se vende para Disney.
-¿A grandes rasgos cuáles son los números de la economía del conocimiento en Argentina?
-La economía del conocimiento genera 430.000 empleados en relación de dependencia según la Anses, pero llega a un 1,2 millones cuando se consideran todos los monotributistas porque en esto hay muchos profesionales independientes. En 2018 generó 6000 millones de dólares de exportaciones y convirtió al sector en el tercero que más vende afuera, peleando con el automotriz, pero con la particularidad de que este ámbito es superavitario. Compramos los partidos de Messi, películas, licencias de software y propiedad intelectual, y vendemos software, películas y muchos servicios profesionales. Hoy debe haber cerca de 200.000 personas trabajando para el exterior: contadores, abogados, médicos. Básicamente, muchos servicios profesionales contables y económicos, como liquidación de impuestos, marketing… El software es prácticamente un tercio de todas las exportaciones de conocimiento, servicios de ingeniería y arquitectura y contenido audiovisual. En 2018, que fue un año relativamente malo, nos quedaron 500 millones de dólares de superávit comercial, lo que es una constante en los últimos años.
“La economía del conocimiento es por default lo que se produce para el exterior, por ejemplo el médico que recibe al que quiere operarse, o el que viene a educarse o el software que se vende para Disney”
-¿Cuál es la oportunidad para Argentina de que estos sectores se desarrollen, este camino se profundice y en la medida de lo posible no esté tan atado a los ciclos de la economía nacional?
-En realidad el sector está poco atado a los ciclos de la economía argentina. En un año tan difícil como 2018, muchas empresas crecieron muy fuerte en volumen y eso se confirma si uno compara las exportaciones dólares contra dólares entre 2017 y 2018. En 2017 fueron más importantes, pero eso tiene que ver con que hay muchas compañías internacionales que tienen centros de servicio en la Argentina que a raíz de la devaluación necesitan ingresar menos dólares para pagar los mismos salarios en pesos, por lo menos en un primer momento. Luego, lentamente, los salarios se tienen que actualizar por el 26 de inflación van volviendo a tomar un ritmo de dólar. Por otro lado, el ser más competitivo permite tener valores para poder competir mejor, pero de todas maneras y uno puede ser competitivo en cualquier nicho de mercado por salarios o por costos bajos o por costos altos. El único problema que afecta los ciclos es que es muy difícil convencer a un cliente en el exterior de que a veces uno es barato y a veces caro.
Nosotros no podemos vendernos como un auto de alta gama y al día siguiente decir que somos el auto más barato de toda la gama. Ahora de lo único que depende exclusivamente es de la disponibilidad de talento y de capital humano. Después, por supuesto, de políticas que tengan que ver con no tener variaciones y con tener algún tipo de régimen que establezca reglas claras, pero hoy el mundo está demandando mucho de esta actividad y todos los estudios hablan de un crecimiento sostenido por mucho tiempo. Acabo de leer un reporte que dice que en los próximos tres años se van a decidir 40 millones de nuevos puestos de trabajos fuera de Estados Unidos y Europa. Razonablemente la Argentina podría quedarse con un 5 por ciento o menos y estaríamos hablando de entre 200.000 y 300.000 puestos de trabajo más.
-Cada tanto hay noticias de que Amazon abre una filial en Sudamérica o Google está ampliando sus operaciones en la región
-Tienen que ver más que nada con instalación de mega data centers. Esto realmente no consume mucha cantidad de mano de obra salvo en el momento de la construcción y después se mantienen con cuatro o cinco personas porque es como una manufactura. En realidad, han venido muchas empresas muy grandes, sobre todo las big four (Deloitte, EY, KPMG y PwC), consultoras que han tomado mucha gente y tienen planes muy importantes. Hoy uno de los principales empleadores de la Argentinas es Accenture, que está llegando casi a 10.000 personas, y acaba de inaugurar un edificio inmenso en Parque Patricios.
“En 2018 la economía del conocimiento generó 6000 millones de dólares de exportaciones y convirtió al sector en el tercero que más vende afuera, peleando con el automotriz, pero con la particularidad de que es superavitario”
-Para esta época 10.000 empleados es una cifra extraordinaria. ¿Qué hace toda esa gente?
-En general hacen liquidación de impuestos para Estados Unidos, ya sea para personas físicas o para corporaciones; auditoría de transacciones por ejemplo, acá se hacen muchas auditorías de empresas que cotizan en la bolsa y se co auditan las acciones; hay varias compañías que hacen la liquidación de los salarios de toda América, una de las petroleras más grandes tiene en la Argentina todo su centro de recursos humanos. Accenture por ejemplo, tiene 200 abogados que hacen el análisis de los contratos de todo el mundo con el sector público. El sector software ha crecido muchísimo y también hay muchas empresas argentinas que lo han hecho también. También tenemos las empresas como Despegar, Mercado Libre y OLX que generan miles de puestos de trabajo.
-Y ahí está la etiqueta de unicornio
-Afortunadamente la Argentina tiene varios. Hemos mencionado algunos como Despegar, Mercado Libre, Globant, OLX [Auth0] y yo diría que estamos cerca de tener varios más.
-¿Qué es exactamente un unicornio para aquel que no ha escuchado nunca?
-Es una empresa que en menos de 10 años ha logrado una valuación de mercado de más de 1000 millones de dólares y que cotizan en bolsa, básicamente en Nueva York. Hoy la empresa de más valor del mercado argentino es Mercado Libre, que supera la suma de YPF, Galicia y Macro. Creo que no soy demasiado optimista si digo que en cinco años va a haber por lo menos cuatro o cinco que superarán a cualquiera del resto de la actividad tradicional, como está pasando en el mundo. Es decir, las primeras 10 empresas de Forbes no son exactamente ni las petroleras, ni las mineras, ni los retails que lo fueron tradicionalmente. Eso está pasando en Argentina y generan miles de puestos de trabajo.
-¿Qué pasa con los impuestos en la Argentina cuando se aborda la oportunidad de la economía del conocimiento?
-Impuestos es un tema interesante en una actividad que es cerebro intensiva, donde los salarios están muy por encima de la media.
-Entonces ya empezamos a hablar de ganancias
-Estamos hablando de empresas que pagan salarios altos y que por lo tanto, las variaciones salariales son relevantes porque normalmente entre 70 y el 80 por ciento de sus costos son por masa salarial. Después, obviamente, la aplicación del impuesto a las ganancias y algunos otros tributos. Nosotros venimos de una experiencia totalmente exitosa argentina que se ha convertido en política de Estado, que es la ley de software sancionada en 2004, renovada en 2014 y que hoy cobija a más de 400 empresas. Al principio de la ley eran kings y tenían 15.000 empleados y hoy tienen 120.000. Para el que no sabe, esta ley permite aplicar la carga social patronal al IVA. En realidad, le reduce el IVA y mejora el impuesto a las ganancias.
Lo que ha sucedido es que esta ley nunca tuvo costo fiscal porque los ingresos que ha generado son mucho mayores que el costo generado por la reducción. Lo que todos venimos prediciendo es que la Argentina tiene otro campo disponible con la producción agrícola-ganadera, sobre todo, la agropecuaria que tiene más de 30.000 millones de dólares todos los años de flujo de exportaciones, que por otra parte es superavitaria. En esto tiene la potencialidad de tener por lo menos unos 30.000 millones más. Lo único que se necesita es más gente y para tenerla se precisan dos cosas: mejorar la cuestión tributaria para que de alguna manera tenga un mejor nivel de competitividad, y que el sistema educativo se vuelque a tratar de crear estas carreras. Hoy las carreras más demandadas son las carreras informáticas y encontrar un informático disponible en el mercado es muy difícil.
“Un unicornio es una empresa que en menos de 10 años logró una valuación de mercado de más de 1000 millones de dólares y que cotiza en bolsa. La Argentina tiene varios y está cerca de tener más”
-¿Hay más demanda que oferta?
-Eso tiene que ver con tres fenómenos que coinciden al mismo tiempo. Históricamente en la Argentina el 4,5% más o menos del total de los estudiantes universitarios cursan este tipo de carreras y eso medianamente alcanzaba para una Argentina que producía lo que consumía en materia de informática. Primero empezó a aparecer el fenómeno exportador, donde las empresas encontraron mercados y se dio un gran crecimiento que genera una renta de 1600 millones de dólares todos los años. Esto demandó gente. Segundo, la tecnología está cada vez más implicada en un montón de actividades. Entonces, hoy la industria automotriz, la metalúrgica y el campo necesitan cada vez más informáticos y esto agrega demanda. Y la tercera es una demanda más reciente y tiene que ver con la falta de docentes. Ahora hay que generar adicionalmente docentes para poder reunir la masa de gente nueva. Este triple crecimiento de la demanda hace que el 4,5% de estudiantes debiera crecer a por lo menos el 25 por ciento. Este porcentaje de estudiantes deberían estudiar carreras vinculadas a la informática o tener pensamiento computacional, es decir, concepto de lógica y matemática. El sistema de escuela primaria y secundaria normalmente no los contempla. El año pasado, el Consejo Federal de Educación aprobó que a partir de 2020 las provincias tengan que incluir materias de programación y robótica dentro de su currícula porque hasta ahora se enseña Office. Es importante dar este paso para entusiasmarse con dejar de ser espectador o usuario de la tecnología para convertirse en productores de las tecnologías.
-Esto es en el largo o mediano plazo. ¿Qué pasa ahora con la gente que quiere sumarse ahora porque ve alguna oportunidad de empleo? ¿Tiene alguna alternativa?
-De alguna manera está surgiendo toda una movida, que en algún momento el Estado impulsó, que son carreras cortas de 1 o 2 años (con distintas tonalidades). Hay modelos como el Boot Camp, que son lugares donde no se enseña de manera tradicional, sino sobre proyectos, no forman parte de la educación formal, pero están teniendo un éxito fenomenal e incluso algunas son muy caras. Por otro lado, hay universidades que sacan carreras cortas, tecnicaturas de 2 o 3 años. La demanda va traccionando esa oferta. La verdad es que como la mayor parte de la educación está en manos del sector público (representa el 70%), hace falta una acción mucho más concreta. Nosotros cuando nos tocó pasar por la función largamos el programa 111.000 [100.000 programadores, 10.000 profesionales de grado en carreras afines y 1000 emprendedores tecnológicos] para capacitar 100.000 programadores, que está andando muy bien. Por otro lado, hay provincias que han lanzado su propio programa en la misma línea, sobre todo, atendiendo a ese joven que está de repositor de un supermercado, que trabaja en el taller del tío, que tiene habilidades cognitivas y que con una capacitación adecuada puede conseguir un trabajo mejor.
«Hay provincias que han lanzado sus propios programas de capacitación, sobre todo, atendiendo a ese joven que está de repositor de un supermercado, que trabaja en el taller del tío, que tiene habilidades cognitivas y que con una capacitación adecuada puede conseguir un trabajo mejor»
-¿Se reinstalaron retenciones a las exportaciones?
-Por primera vez se aplicaron retenciones a las exportaciones de servicios. Es del 12 %, en la práctica es cuatro pesos por cada dólar exportado y está vigente hasta fin de 2020.
-Fue un impuesto de emergencia
-Es un impuesto de emergencia por la crisis de 2018 y hay que entenderlo así. Los que tenemos muchos años tenemos miedo de que pase lo que ha pasado con todos los impuestos de emergencia: que se conviertan en permanentes. Por otro lado no parece la mejor política de los países gravar las exportaciones, sino todo lo contrario. También está una ley de economía del conocimiento, que va a permitir darle continuidad al software, pero agregando otros sectores. Lo amplía a otros sectores: la bioeconomía, la producción audiovisual, los servicios profesionales, entre otros. A mí me parece que está bien, estoy de acuerdo con esa política porque sé que muchas empresas nacionales e incluso internacionales van a salir a crecer en empleo casi inmediatamente. Esto significa que si hoy tenemos 420.000 empleados podríamos dar un salto de no menos de 100.000 en cortísimo plazo.
-¿Qué hace este proyecto de ley?
-Básicamente le reduce las cargas sociales. En realidad le permite aplicarlo al pago de IVA y le fija un impuesto a la ganancia del 15 por ciento. Si nos basamos en la experiencia de la ley de software es absolutamente superavitaria porque tenemos que entender lo siguiente: el 35% de cero es cero. Entonces uno puede tener la intención de cobrar ese 35 % de ganancia, pero si no hay ganancia no hay que cobrar.
–¿Habrá que ver qué pasa con este proyecto de ley de economía del conocimiento en este año electoral? Es una oportunidad para lograr consensos
-Esta ley que originalmente iba a salir por el Poder Ejecutivo, la firmaron tres diputados: Luciano Laspina (Cambiemos), Marco Lavagna (PJ) y Juan Brügge (UNA), que son líderes de sus partidos. Todo indicaría que debería salir y habla de un consenso importante.
-¿Cuál es la oportunidad que ofrece la economía del conocimiento de descentralizar un poco el país?
-En realidad, todos tenemos la sensación de que esto se hace en Buenos Aires y más particularmente en Palermo o Parque Patricios y no es así. Buena parte de la inteligencia comercial de Mercado Libre se hace en Yala, que es una localidad que queda a unos kilómetros de San Salvador de Jujuy, donde un matrimonio de jóvenes ingenieros de software empezaron a trabajar sobre la base de datos de Mercado Libre y le dice a uno que fabrica calefones qué día le conviene vender, qué tipo de calefones, a qué precio y quién se lo compra. En esto han hecho un negocio muy grande. Una de las empresas más importantes que exporta sobre todo para el ambiente móvil está en Mendoza. Nació en una casa en Chacras de Coria y hoy tiene oficinas en Mendoza, Buenos Aires, Lima, Colombia y Silicon Valley porque hay que estar ahí. Hoy el mundo de la tecnología es federal, depende de dónde está el talento. Cuánto más talentos tenga un lugar, ahí se va a radicar este tipo de actividad.
-¿Hay crédito? ¿Necesita crédito este sector?
-El acceso al crédito es un tema, pero tiene que ver más con el crecimiento de las empresas nacionales, para darles la posibilidad de ponerse en la misma condición de una internacional, que sí lo consigue. El crédito para crecer es importante en cualquier sector, pero en este que es intangible, más todavía.
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