En septiembre, el sitio KBSF-TV.com de San Francisco informó que la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Kamala Harris, embistió en 2011 con su coche a una niña de 13 años y se fugó de la escena del accidente.

El informe de KBSF-TV.com, “San Francisco News”, incluía una entrevista con la supuesta víctima, que aparentemente fue generada por la Inteligencia Artificial, según la empresa NewsGuard. En el momento del supuesto accidente, Harris era fiscal general de California.

Poco después del informe, el sitio KBSF-TV.com dejó de existir. Nadie nunca logró confirmar ningún detalle del informe que, por lo que se sabe, fue parte de una operación rusa para perjudicar a la candidata del Partido Demócrata.

De todos modos, el hecho de que haya sido totalmente falso no impidió que circulara por Facebook, X, Reddit, TikTok y YouTube, y en las plataformas rusas VK y Dzen.ru, según NewsGuard.

Este informe y otras mentiras están amparadas por la libertad de expresión, aunque Harris eventualmente podría entablar una demanda por difamación contra el sitio, si pudiera encontrar los dueños o responsables.

La pregunta que surge es: ¿Es la libertad de expresión igual a la libertad de prensa? Si no, ¿Dónde está la diferencia?

En la práctica, el ejercicio de la libertad de prensa, bajos normas generalmente aceptadas en democracias liberales, conlleva muchas obligaciones que no están contemplados como requisitos para la libertad de expresión general.

Antes que todo, el periodista tiene obligación de informar quién es y cómo se financia. Al informar, cita personas y autoridades como fuente de información, y chequea que la información tenga respaldo. Si comete un error, lo corrige. Nada de esto, ni otros cuidados del periodismo, estaba presente en el informe sobre Harris.

En un controvertido ensayo, Nicholas Lemann, un profesor Pulitzer-Moore de Periodismo de la Universidad de Columbia, sostiene que es necesario ver a la libertad de prensa y la libertad de expresión como cosas diferentes.

Lemann cita a otros expertos de derecho constitucional al afirmar que, si fueran la misma cosa, no hubiera habido la necesidad de mencionar las dos libertades por separado en la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.

“Las plataformas de medios sociales han puesto de manifiesto lo diferentes que son en realidad la palabra y la prensa. El riesgo de tratar la libertad de prensa, legalmente, como idéntica a la libertad de expresión es que acabaremos teniendo mucha más expresión y mucha menos prensa. Ese es el camino en el que estamos ahora”, escribió Lemann.

De hecho, frente a la debacle del periodismo y las redes, están surgiendo distintas propuestas y proyectos de ley para ir al rescate del periodismo como cuestión de beneficio social.

Pero para que estas iniciativas tengan efecto, hace falta distinguir claramente la función del periodista, formalmente, sin involucrar al gobierno y sugiere que la mejor forma de hacerlo es mediante la definición por pares, como en otras profesiones u oficios.

“Podríamos mejorar la situación reforzando la distinción entre las cláusulas de libertad de expresión y de prensa de la Primera Enmienda, como forma de dar a la prensa, a diferencia de la libertad de expresión, el trato favorable que tanto necesita”, escribió.

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