Gabriel Zanotti es licenciado (Unsta) y doctor en Filosofía (UCA), docente, conferencista y escritor. Se especializó en la relación entre liberalismo y catolicismo y se posicionó como difusor del pensamiento de la Escuela Austriaca con numerosas publicaciones. Es docente en las universidades Austral y Ucema, profesor visitante en la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala) y director académico del Instituto Acton Argentina, organización que promueve ideas liberales dentro de la tradición católica.
Ha publicado, entre otros libros, Economía de Mercado y Doctrina Social de la Iglesia (Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1985), El humanismo del futuro (Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1989), Popper: búsqueda con esperanza (Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1993), Epistemología da economía (Pontificia Universidade Católica do Rio Grande do Sul, Porto Alegre, 1997); Introducción filosófica a Hayek (Universidad Francisco Marroquín, Unión Editorial, Guatemala/Madrid, 2003), Filosofía para filósofos (Universidad Francisco Marroquín, Unión Editorial, Guatemala/Madrid, 2003), Fundamentos filosóficos y epistemológicos de la praxeología (Unsta, Tucumán, 2004), Hacia una hermenéutica realista (Austral, Buenos Aires, 2005), La economía de la Acción Humana (Unión Editorial, Madrid, 2009); y Antropología cristiana y economía de mercado (Unión Editorial, Madrid, 2011).
En la segunda mitad de 2022, Zanotti estuvo en hoy Conversaciones Convergentes, ciclo de entrevistas que se transmite por los canales Metro y UCLplay.
-¿Qué es el liberalismo?
–Hace muchos «siglos» escribí un primer articulo que se llamaba El Liberalismos, sujeto y sustantivo no encajaban, pero el truco era ese. La verdad es que hay muchos liberalismos. Yo creo que una manera muy adecuada de explicarlo en la Argentina es que el liberalismo se concentra en los artículos 14 a 19 de la Constitución nacional: son los artículos que establecen los derechos fundamentales de las personas, la igualdad ante la ley, la ausencia de privilegios, las garantías constitucionales, la garantía de la intimidad personal y de la propiedad. Todo eso, escrito en 1853 aunque algunas cosas hayan cambiado, es lo que se podría llamar tradición liberal clásica.
-¿Por eso se dice que tenemos una constitución liberal?
-Sí, efectivamente, una constitución que en los ambientes académicos se conoce como liberal clásica. Esto es un poder limitado a efectos de garantizar las libertades individuales. Lo que pasa es que ese término “libertades individuales” se ha desdibujado un poco. El artículo 14 nos orienta un poco, libertad de expresión, libertad de culto, etc. A su vez, habría que hablar de cada una de ellas porque ha pasado mucho tiempo y ha pasado mucha historia, y lo que se entendía en 1853 por eso ahora parece ser otra cosa.
-Y Argentina que tiene una constitución liberal clásica ¿Es liberal clásica?
-No, no es liberal clásica.
-Pero ¿cómo es eso posible?
-Fue una aspiración de los constitucionalistas del 53 que intentaron hacer una síntesis entre ideas liberales que venían desde Estados Unidos, más clásicas, y algunas ideas que venían de Europa, diferentes y luego, la tradición argentina mas caudillista, en el buen sentido del término, más ligados a tradiciones hispánicas. Se intentó hacer una síntesis de la que salió la Constitución del 53, fuertemente inspirada en la constitución estadounidense de 1789. Fue un intento que no fructificó. Yo creo que la Argentina continúo siendo siempre un país muy caudillista y autoritario.
-Acabás de introducir la definición de “liberalismos” y no te escuché hablar de economía, ¿Por qué tenemos la creencia de que el liberalismo sólo tiene que ver con lo económico?
-Quizás porque Argentina, como casi todos los países latinoamericanos, ha atravesado tantas crisis económicas que los que propugnan la economía de mercado como solución al problema han quedado como los liberales. Hemos dado por supuesto el liberalismo político, pero ese es un supuesto difícil. En ultima instancia, en la historia de Estados Unidos, por ejemplo, no en la actual, en la época de los cowboys y de la conquista del Oeste, la economía de mercado era un simple resultante del orden institucional. O sea, no había Ministerio de Economía, nadie planificaba ninguna economía. No había un Presidente diciendo “vamos a aplicar la economía de mercado”, la economía de mercado era sencillamente el libre intercambio de bienes y servicios que surgía de la Constitución federal, del libre ejercicio del comercio, nadie se hacía mayor problema. Ojalá podamos volver a eso.
-La libertad económica es hija de la libertad a secas
-Exactamente. Vos tenías un sistema de libertades individuales y luego tenés la economía de mercado, pero ahora hay que insistir un poco más en que hay que achicar el tamaño del Estado, bajar los impuestos y desregular. Son cosas obvias pero hay que insistir en ellas porque la Argentina, con antecedentes, pero yo te diría desde 1930 en adelante y ni qué hablar de 1945 en adelante, estatizó empresas, comenzó a incurrir en déficit crónico financiero del presupuesto, inflación, aumento de la presión impositiva para corregir ese Estado elefantiásico y, por lo tanto, desde esa época que muchos están diciendo que hay que volver a convertir el Estado argentino en un estado eficiente que se dedique a seguridad, justicia, de una manera mas federal o municipal a servicios de educación y salud.
Pero eso ha sido muy difícil, vos todavía no habías nacido cuando algunos decían que había que privatizar y la mitad de los argentinos los querían mandar a la Antártida directamente presos. Esto se da sobre todo un país muy aferrado a ideas nacionalistas, no entendidas como la defensa de nuestra tradición nacional sino como un nacionalismo estatizador. Entonces, la verdad, es muy difícil. Ahora el problema no es la privatización, esa palabra no ha quedado tan maldita. El asunto es desregular, quitar reglamentos, bajar impuestos, eliminar el déficit y terminar con el supuesto de que el Estado te cuida.
El Estado no está para cuidarte, lo único que hace el Estado es custodiar que las libertades individuales no sean violadas por delincuentes o por el Estado, aunque esto último sea un problema. Pero el Estado no debe cuidarte. El amigo, el sacerdote, el psicólogo, la familia deben cuidarte. Pero esta idea de que el Estado te cuida que lamentablemente ha sido asumido incluso por la supuesta oposición. Porque claro, los kirchneristas te cuidan elevando un monumento al Che Guevara y los de Juntos por el Cambio te cuidan planificando excesivamente todas las callecitas y los impuestos que debes pagar. Ojalá nos dejaran en paz. Pero el ciudadano tampoco lo dice. El ciudadano no reacciona diciendo que no lo cuiden sino pensando quien lo cuida mejor. Lamentablemente el liberalismo la tiene muy difícil en este país.
-Vayamos a ese punto, la batalla cultural. ¿Por qué en los libros de texto escolares que, por ejemplo, estudian mis hijos, no se habla del liberalismo ni siquiera en sentido crítico, sino que se habla de “neoliberalismo”?
-Bueno, es que son libros redactados por el kirchnerismo, con un sesgo ideológico total y completo donde para hablar del liberalismo hay que dibujarlo como un monstro horrible y que, por eso, hay que rechazarlo ipso facto. Por lo tanto, la palabra neoliberalismo haría alusión a las experiencias de los años 90 ligados a los pérfidos intereses capitalistas internacionales que nos volvieron a explotar y cosas por el estilo. Bueno, así no se entiende. O sea, ¿escuchaste hablar de la falacia del hombre de paja? Yo dibujo de manera horrible aquello que quiero criticar y bueno, así es muy fácil.
-Ahora irrumpieron de nuevo los liberales. Por lo menos la gente de 40 o 50 pensábamos que los liberales, que para nosotros eran los liberales de Alsogaray, habían desaparecido o se habían atomizado. Pero volvieron, volvieron con los youtubers y los tiktokers, con la cultura liberal. Pero hay gente que no sabe mucho y descubrió que los liberales ni siquiera son una sola cosa, sino que hay muchos liberalismos. Hay libertarios, liberales clásicos, anarcoliberales, liberales progresistas. ¿Cómo se entiende ese árbol genealógico de los liberalismos?
-Ese árbol genealógico siempre existió, lo que ocurre es que los que nos dedicábamos a la vida académica en los 80 sabíamos que esas diferencias existían pero estaban encapsuladas en el ámbito académico. Ahora surgió una nueva generación de chicos que se autoeducan, bajando libros de Internet o mirando videos por YouTube sumado a los esfuerzos realizados durante décadas y décadas desde el ámbito académico para escribir libros de difusión sobre liberalismo clásico y economía de mercado que algún fruto dio. Todo ello ha dado sus frutos y me parece que hay algún sector juvenil de la Argentina que ha visto en el liberalismo político y económico la verdadera rebelión frente a la opresión del Estado. Claro que es una rebelión desordenada, medio gritona, sin las costumbres académicas pero habrá que saber canalizarla políticamente y ahí nos introducimos en camisa de 11 varas.
-¿Es una revolución juvenil?
-La mayor parte de la bibliografía estaba escrita y muchos de sus autores son grandes, los más jóvenes tendrán 60 años. Han surgido generaciones mas jóvenes. No es exclusivamente juvenil si bien los chicos jóvenes hacen más ruido.
-En esa complejidad cultural que encuentra el liberalismo en Argentina, ¿Qué incidencia tiene que los liberales hayan estado aliados a los conservadores?
-En la Argentina eso es muy fácil de explicar, desde luego se puede explicar con algunas diferencias en Estados Unidos o Europa, pero en la Argentina hay una tradición liberal que no necesariamente es la norteamericana que tiene que ver con la generación del 80. O sea, con los grandes próceres ilustrados con ideas que más bien venían de una Europa afrancesada. Si querés, fue trasladar la Francia de Napoleón a la Argentina. Eso fue la generación del 80: Sarmiento, Mitre, Roca, Avellaneda, con sus diferencias y que, con el tiempo esa tradición se vuelve conservadora.
Además, era una tradición muy poco liberal en algunos aspectos. En la educación no lo eran. En política, el tema de las elecciones libres mucho no les gustaba. Pero eran conservadores en el sentido de que iban a mantener la tradición no pre 1853 sino esa tradición liberal mas bien a la francesa que estaba ya peleada con la norteamericana. Lo hago simple, en la Argentina el liberalismo está asociado a la generación del 80, y eso genera la idea de conservadurismo.
Obviamente, ahora, y creo que no se si esto va a salir, estamos en la difícil tarea de que debe haber conservadores liberales, conservadores moderados, libertarios moderados e incluso algunas personas que vengan del nacionalismo moderado que sepan sentarse en una mesa, ver qué puntos tienen en común y presentarlos electoralmente. Eso todavía no salió así que vamos a ver qué pasa.
-No logro entender lo siguiente ¿Cómo es que no son liberales los liberals?
-Bueno, es que es el nombre que en Estados Unidos toma la centro-izquierda. Liberal en Estados Unidos quiere decir de “ideas avanzadas” y que esas ideas avanzadas son diferentes a las ideas fundacionales de los Estados Unidos, la Constitución, el Bill of Rights, la declaración de independencia, pero las cosas han cambiado mucho.
En la década del 60 ser un liberal era ser partidario de los derechos civiles, cosa que tuvo su exageración y lo que fuere, pero igual, era ser partidario de Martin Luther King y tal vez algún tipo de redistribución de ingresos que habría que debatir mucho. Toda esa diferencia entre liberals y conservatives y toda esa diferencia de si el gobierno federal redistribuye más o menos o si somos más sensibles con respecto a ciertos temas sociales ha cambiado radicalmente. Ahora el liberal del ala izquierda extrema del partido Demócrata ya no es tan liberal, es un kirchnerista que habla inglés.
-¿Se puede conciliar el catolicismo con el liberalismo?
-Bueno, eso tendría mucha historia. Yo, tratando de sintetizarla te diría que la Francia napoleónica y el imperio napoleónico tuvieron un enfrentamiento feroz con los Estados Vaticanos en el siglo XIX. Obviamente que si por liberalismo se entendía a los estados napoleónicos, los papas de la época lo rechazaron absolutamente. Pero eso no significó que los papas de la época, de fines de siglo XIX, hayan rechazado la Constitución americana como tal o la democracia como forma de gobierno.
En circunstancias históricas más afables, como por ejemplo la Europa de la post guerra, pontífices como Pío XII en adelante, hicieron todas las aclaraciones pertinentes para la conciliación entre la Iglesia, la tradición católica y la democracia política y la tradición republicana liberal. Sobre ese tema, en principio, no hay tantos inconvenientes al menos en el pensamiento de pontífices como Pío XII, Juan XXIII, Juan Pablo II y, sobre todo, en Benedicto XVI que desde el punto de vista de la filosofía política era un especialista en Tocqueville y la tradición norteamericana. Así que en esos pontífices no hay mayor problema.
Después en el tema económico sí desde el principio lo que ocurrió es que encíclicas como la Rerum Novarum [de León XIII] o la Quadragesimo Anno [de Pío XI] tuvieron críticas hacia lo que llamaban “la sola libre concurrencia”. Luego vinieron muchas aclaraciones donde se notó el trabajo de muchos laicos. Muchos laicos de la economía social de mercado alemana, de Estados Unidos y de América Latina tratando de decir que no es para tanto, que con los ajustes conceptuales necesarios la economía de mercado como tal tampoco es incompatible con los grandes principios con la doctrina social de la iglesia. Eso es un tema que académicamente ha tenido sus debates. Yo te podría decir que con el magisterio de Juan Pablo II hubo momentos de avance, si querés, de síntesis de esa cuestión.
-También estaba el comunismo del otro lado ¿no? La cero libertad si se quiere.
-Claro, eso fue un incentivo para que del lado de los católicos se pusieran a pensar qué aspectos de la economía de mercado se podían aceptar, hasta qué grado y en qué medida. Eso fue un incentivo.
La cuestión se ha complicado últimamente porque el papa Francisco viene de las conferencias episcopales latinoamericanas. Y las conferencias episcopales latinoamericanas estuvieron siempre enfrentadas con la economía de mercado porque erróneamente, a mi juicio, la acusan de ser la culpable de la pobreza en América Latina.
Pero además estuvieron siempre enfrentadas con el tema de la institucionalidad democrática. O sea, nunca afirmaron mucho la necesidad de una republica democrática. Así que yo te diría que esas conferencias episcopales latinoamericanas estaban básicamente alejadas de la tradición liberal en todo sentido, política y económicamente. Francisco viene de ahí por lo tanto las dificultades actuales tienen que ver con eso.
-Tienen que ver con el papado actual digamos.
-Sí.
-América Latina es la cuna de la teología de la liberación ¿Cómo es eso de que, las libertades individuales, por no decir directamente liberalismo, no se llevan bien con una mirada de Dios y de la religión que tiende a la liberación?
-Bueno, no sé si América Latina fue la cuna porque el máximo exponente de la teología de la liberación, Gustavo Gutiérrez, estudió en Europa, en Alemania, y luego volvió. Estudió con una cosa que en los 50 se llamaba la “teología política” que empezaba a hacer sus primeros coqueteos con el marxismo.
Académicamente, la teología de la liberación es un intento de conciliar la lucha de clases de Marx con la visión cristiana de la vida. Diciendo que, si uno quiere luchar por el prójimo y si quiere evitar la pobreza, debo evitar que los explotadores ejerzan su explotación. Bueno, el error principal ahí no es solamente suponer que desde el catolicismo se desprende un sistema económico determinado, cosa que no es así, si no también suponer que la economía de mercado es la causa de la pobreza en América Latina.
Me parece que gran parte de estos teólogos no tenían “vacunas” de teoría económica suficientes para canalizar sus legitimas intenciones de decir y hacer algo contra la pobreza en América Latina. Lo que pasa es que la historia y la Iglesia son idas y vueltas.
Con Juan Pablo II y Benedicto XVI se trató de hacer un freno y de hacer las aclaraciones respectivas pero los teólogos de la liberación se quedaron muy enojados. En el fondo nunca hubo un buen diálogo entre los teólogos de la liberación y Juan Pablo II, se quedaron en la retaguardia. Con Benedicto XVI aguantaron hasta que renunció y con Francisco volvieron y volvieron casi con venganza como diciendo “nosotros teníamos la razón”.
Están peor que antes, no llaman a las armas pero es lo único que les falta. O sea, están en venganza, se sintieron injustamente maltratados por Juan Pablo II y están vengándose. Diciendo “ahora van a ver”, “ahora vamos a tirar todo nuestro arsenal de teoría contra el capitalismo y el mercado” y lo están haciendo de vuelta.
-¿Eso explica esa politización que hay en cierto ámbito del clero e incluso entre los obispos?
-Totalmente. Lo que ocurre es que la Argentina le agrega su caldo de cultivo local que es la relación cuasi amorosa que el episcopado argentino, con excepciones, siempre tuvo con el peronismo. Primero fue una relación carnal de derecha. Mussolini, Perón y el catolicismo, más o menos lo mismo. Un horror, pero qué le vamos a hacer. Y luego por el lado de la izquierda. Entonces el mismo clero que antes coqueteaba con el peronismo de derecha ahora coquetea con el peronismo de izquierda y no tienen las vacunas intelectuales como para ver el punto. Porque el primer punto es distinguir entre un movimiento político y los dogmas de la Iglesia como tales. Es un punto elemental.
-O más allá, la espiritualidad misma.
-Sí, está bien, pero al lado de lo que estoy diciendo me parece que casi sería un detalle. A muchos teólogos todavía les cuesta ver que el catolicismo no es un sistema cultural integral como el Islam del cual se desprende una sola cosa. El Islam es religión, política y sistema judicial a la vez. Benedicto XVI en el discurso que dio en Alemania en 2011 en el parlamento aclara que el catolicismo nunca fue un sistema cultura integral. El catolicismo admite el diálogo con la razón, asume la evolución del derecho secular. Es algo muy diferente y lamentablemente es increíble que en teólogos católicos esto no quede claro. En Ratzinger sí, pero en otros no. Vuelvo a decirte, es un error teológico.
-Justicia social, ¿El liberalismo se opone?
-Otro lío impresionante. Si por justicia social se entiende que el gobierno federal redistribuye ingresos como se le ocurre, en déficit, con presión impositiva, etc. Entonces algunos van a reaccionar. Friedrich Hayek, reaccionó contra el termino “justicia social” y por eso el problema. Muchos creen que los liberales son malos porque están en contra de que la gente viva bien. No, no tiene nada que ver. Hayek reaccionó contra un Estado nacional redistribuidor de ingresos que a lo único que conduce es al déficit y a la crisis del sistema monetario y de presupuesto.
-Llegamos al punto en el que debemos preguntar ¿Qué es la escuela austríaca? Y muchos también se preguntan ¿Qué tanto puede saber un chico de 15 o 16 años de escuela austriaca?
-Sí, sí. La escuela austriaca nació antes que Javier Milei, en 1871, con un primer libro de un economista que se llamaba Carl Menger. Es una manera muy importante de explicar la economía de mercado, no es la única. Además, tiene una serie de autores muy clásicos que se llaman Carl Menger, Bohm Bawerk, Ludwig Von Mises, al que yo admiro mucho, Friedrich Hayek y todos sus seguidores a partir de los años 80. Es una escuela que tiene muchas ideas importantes con respecto al modo de hacer ciencias sociales, la relación entre individuo y sociedad, pero bueno, no hay que politizarla.
-Es una tradición intelectual académica
-Es una tradición intelectual académica dentro de los estudiosos de la economía de mercado. En mi opinión es una tradición muy buena, pero tampoco es una cuestión de comenzar a decir “Escuela Austríaca o muerte”.
-Hay una cuestión que fue quedando en el aire a la largo de la entrevista. ¿Está perdida la batalla cultural para el liberalismo?
-Alguno ha objetado la expresión “batalla cultural”. Pero si por eso se entiende que tratemos de decir y hacer cosas que impliquen algún cambio cultural para evitar justamente las tradiciones tan estatistas por izquierda o por derecha, bueno. ¿Está perdida? No lo sé, la verdad es que nunca fui muy bueno en diagnosticar, acá necesitarías invitados mejores que yo. Parece que no porque ahora está habiendo una reverberancia, pero el sistema político de la Argentina sigue siendo muy autoritario, personalista.
Los intereses de los partidos políticos siguen siendo tan perversos que, tal vez es una cuestión de edad, no se si se valorará algo. Ahora bien, se han logrado cosas importantes, ahora se puede hablar de economía de mercado y de desregularización sin que te sepulten en la Antártida o en Siberia. Pero veremos, sigo sosteniendo que el punto más importante es recuperar la noción del proyecto de vida de las personas frente al Estado y me parece que se va a tardar mucho para eso.
La verdadera revolución cultural se va a lograr cuando la mayoría de los argentinos diga “No quiero nunca más que el Estado me cuide” y para eso se va a tardar un poquito.
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