José Antonio Álvarez, ingeniero en Producción Agropecuaria con actividad en la Argentina y los Estados Unidos, tal vez ya sea más conocido como Bumper Crop (por su usuario de X, @BumperCrop1). Con conocimiento y mucha didáctica se convirtió en un influencer del sector agropecuario en las redes, donde no evita los debates y argumenta con datos, evidencia y argumentos. Y donde algunas veces -muy pocas- también pierde la paciencia.

En 2021 estuvo en Conversaciones Convergentes (por entonces, #TMTconversaciones), ciclo de entrevistas que se emite por los canales Metro, UCLplay y Canal E.

-¿Cuáles son las principales diferencias a la hora de producir alimentos entre Estados Unidos y Argentina?

-En realidad todo parte de una visión distinta que tiene el Estado respecto del sector en un país y en otro. Eso se traduce a cuestiones fiscales, principalmente, y a la importancia que le da a la infraestructura.

En ese sentido lo primero que tenemos que diferenciar es la carga impositiva en los Estados Unidos y en otros países comparables en su matriz productiva, que no son más de diez, como Canadá, Brasil, Paraguay, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, Rusia, Ucrania y Argentina.

Argentina -y en algún momento Rusia- es el único país que grava las exportaciones y no tiene mucha excusa para sustentarlo argumentalmente porque, aún con una gran carga impositiva, produce diez veces más alimento que lo que demanda la población local. Eso conspira contra la capacidad productiva. Argentina hoy está produciendo aproximadamente la mitad de lo que podría producir por la capacidad, la técnica y los insumos que tenemos en el mundo hoy. 

Aunque está a tope, en Estados Unidos se las arreglan para seguir aumentando todos los años ese nivel. Una toma los gráficos de los últimos 20 años y la verdad que, dejando de lado alguna caída atribuible a algún año un poco más seco, la producción no para de crecer.

La otra gran diferencia es en la infraestructura, que se traduce en costos. En Estados Unidos, en los estados más agrícolas, los caminos rurales están casi todos pavimentados. Acá, en la provincia de Buenos Aires, la red caminera total tiene solamente el 8% pavimentado y, por supuesto, no hay ningún camino rural pavimentado. Y después tenés el ferrocarril. Acá todos sabemos que las estaciones y las vías desaparecieron, allá hay una estación de tren cada 10 km tanto en sentido Norte-Sur como Este-Oeste. Además, hay muchos ríos que no eran navegables y, obras mediante, se tornaron navegables justamente para hacer transporte por medio de barcazas.

La educación es de excelencia porque es el primer tipo de autoridad que se elige en los condados, el consejo escolar. Afortunadamente tampoco hay casos de inseguridad en general en el interior estadounidense y la salud de la mano de la educación. Hay centros de atención de mediana y alta complejidad en ese interior rural. Y después hay crédito de sobra, por eso países como Estados Unidos, Canadá o Australia están al tope de la producción. Brasil va camino a eso también mientras nosotros estamos en la mitad de la capacidad productiva.

-Hay una agenda, tal vez más vinculada a las zonas urbanas, que empieza a marcarle la cancha al sector agropecuario respecto al uso de agroquímicos con algunas legislaciones que empiezan a ser restrictivas en las provincias, ¿cuál es tu lectura sobre ese tema?

-Esa agenda tiene distintas fuentes. Una, soslayada por mucha gente, es la necesidad que tiene Europa de perjudicar a sus competidores. Acaba de salir la exigencia europea que pide garantizar que los alimentos no proceden de lotes originados en desmonte. Si bien tiene cierta lógica, eso sobre todo apunta a Brasil. Ahora, después es menester de cada país aceptar esas exigencias o no. Argentina le vende mayormente la producción a países en desarrollo, y no tanto a Europa pero si acepta ese tipo de condiciones podría afectar a todo el sistema productivo.

En Argentina, en lo que respecta a las aplicaciones de fitosanitarios, el poder de decisión está a nivel municipal y la responsabilidad recae en los concejos deliberantes, compuestos por gente que no tiene conocimientos respecto de la seguridad o inocuidad de los procesos productivos. En muchos casos, hemos visto que se han prohibido apelando al principio precautorio.

El principio precautorio dice que, aunque no se tenga certeza ni prueba de nada, por las dudas, se prohíbe. Siempre digo lo mismo, las plantas y los animales son seres vivos como nosotros, se enferman igual que nosotros y si nosotros prescindiésemos de los medicamentos, los antibióticos o las vacunas, no nos iría muy bien.

Por otro lado, no podemos pensar en alimentar a los 7800 millones de personas que hay hoy en el mundo, y los 10.000 millones que habrá en 2050,  con métodos de la Edad Media. Si lo hacemos, lo más probable es que tengamos los resultados de la Edad Media. En este tema yo creo que hay mucho prejuicio.

También hay que hacer notar lo lamentable que son los programas de estudio del Ministerio de Educación que apuntan a eso mismo. Creo que apuntan a eso por otra razón, no sólo por miedo o precaución, sino para hacer más digerible ante el resto de la sociedad la presión fiscal confiscatoria que sufre el sector. Quieren decir “esta gente nos envenena, esta gente nos produce enfermedades incurables, y por eso merecen pagar un costo ambiental y lo pagan mediante impuestos que obviamente el Estado se ocupa de recaudar para después brindar esa salud”. Ahora,  no veo a nadie que hable de la falta de potabilidad del agua en muchas localidades del interior por el problema del arsénico [natural] que sí es probadamente cancerígeno, por ejemplo. De eso, que es de las pocas cosas que tiene que proveer el Estado, nadie habla. Hay bastante de cinismo y oportunismo, me parece que ese tema debería ser tratado de manera más seria.

-¿Qué relación podemos hacer entre el desarrollo del sector agropecuario -todos los lastres que vos describiste- y una mejor distribución de la población en Argentina? Al principio hablábamos de Estados Unidos que es un país que tiene muchas grandes ciudades, ambas costas muy pobladas, un interior agropecuario muy importante, y en la Argentina tenemos todo lo contrario. ¿Hay algún vínculo entre el desarrollo del sector agropecuario y una mayor distribución de los habitantes en un país como en Argentina?

-Absolutamente. Durante varias décadas se dieron incentivos que al final no fueron tales para radicarse en ciudades grandes, algo que no funcionó justamente por no brindar la infraestructura que correspondía. Por eso, buscando obviamente oportunidades de trabajo y desarrollo, mucha gente terminó yéndose a la ciudad. Ahora, la producción de bienes exportables está en el interior donde a veces no hay fuerza laboral suficiente y mucho menos fuerza laboral con el conocimiento como para moverse con la tecnología de hoy. En parte, es causa y efecto de lo mismo.

Nosotros tenemos unos16 millones de personas encerradas en un radio de 60 km cuando hay 277 millones de hectáreas productivas, obviamente no todas aptas, repartidas en una geografía demasiado benévola cuando la comparamos con otros países. La verdad que no tenemos terremotos, huracanes ni un montón de problemas que tienen otros países.

Terminamos con esa cantidad de gente hacinada alrededor de Buenos Aires sin educación, sin seguridad, con mala salud y encima con un problema de narcotráfico que también es otra cosa que traen las grandes concentraciones de población. Pero bueno, se “planificó” así, salió bien, ahora lo estamos pagando todos y es un problema grave.

-Te convertiste en un influencer, tuviste que aprender incluso -tal vez- la definición de influencer en las redes, porque das los debates. Te buscan para debatir quienes tienen la otra agenda, así que sos una voz autorizada para esta última pregunta ¿Qué debe hacer el sector, los productores o las entidades agropecuarias, en las redes? ¿Tienen que conversar más? ¿Hay que debatir más?

-No quiero que suene soberbio lo que voy a decir, pero creo que lo que le falta al sector en particular y a la población en general, es educación. La educación es la solución a un montón de problemas que tiene la Argentina. El sector agropecuario tiene que proveer educación en las cosas que le competen, en sus incumbencias. En estas cosas que comentábamos recién, creo que hay un aparato montado para difamar y creo que la única solución es contrarrestarlo con educación.

Eso no le pasa solamente a nuestro sector, le pasa a cualquier actividad productiva. Le han hecho creer a mucha gente durante años que si a ellos les falta algo es porque otro lo tiene. Y se muestra al sector como apropiándose de la renta de otra persona desconociendo que la riqueza se crea. Si la riqueza no se creara estaríamos en las condiciones de la Edad Media y no habría cambiado nada.

Creo que eso sí es una tarea que tiene que hacer el sector: educar, con respeto, por supuesto, pero dando ejemplos de por qué nosotros, por decir algo, no somos Australia o Canadá o el interior de Estados Unidos cuando perfectamente tenemos todas las condiciones para serlo.

El debate pasa por ahí y muchísima gente lo entiende. Cuando vos hacés encuestas de imagen del sector y las segmentan por ingreso económico o nivel educativo, resulta que es directamente proporcional la libertad económica del encuestado y el nivel educativo con la imagen del sector.

Mucha gente tiene resentimiento con aquel al que le va bien porque le han dicho que la economía es un juego de suma cero y lo que no tiene se lo sacó otro.

Hay bastante para educar sobre economía primero, lo que es común a todos los sectores, y después cuidar los procesos productivos que tiene nuestra actividad. Lo único sostenible en el tiempo para solucionar los problemas que tiene la Argentina es la educación.

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