Andrés Cañizález es periodista y académico. Licenciado en Comunicación Social, magíster en Ciencia Política y en Historia de Venezuela, y doctor en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar, de Caracas. Fue profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) entre 2003 y 2020, donde es actualmente investigador asociado del Instituto de Investigaciones Históricas. Allí trabaja en un proyecto académico sobre la Desdemocratización de Venezuela.

Ha compartido la actividad académica con el periodismo y el activismo social. Fundó dos organizaciones venezolanas de la sociedad civil: Espacio Público (2002) y Medianálisis (2010) y del capítulo local de una iniciativa regional: Instituto Prensa y Sociedad (2002).

En 2020 figuró entre los finalistas en el concurso para relator de la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, recibiendo su candidatura un total de 109 cartas de apoyo de 14 países latinoamericanos y caribeños, fundamentalmente de ONG y universidades.

En la primera mitad de 2020 estuvo en Conversaciones Convergentes (por entonces, #TMTconversaciones), ciclo de entrevistas que se emite por las señales Metro, UCLplay y Canal E. Allí abordó la situación política y económica, con foco en el periodismo y la comunicación, en su país.

-¿Cómo es hacer periodismo, ahora, en Venezuela?

-Estamos sometidos a diversas presiones. Creo que además de las limitaciones generales que se viven por la pandemia, en el caso venezolano tenemos un gobierno que persistentemente está actuando en contra del periodismo. En los últimos días, por no ir muy lejos, por ejemplo, se ha desatado una campaña de descredito señalando que una muy reconocida periodista Luz Mely Reyes ha recibido un millón de dólares del gobierno británico y se le acusa de estar bajo los intereses de una potencia extranjera. Ese discurso es muy recurrente y un caso como este, lamentablemente, termina siendo usual en la Venezuela en la que vivimos.

-Si uno quiere dedicarse al periodismo, o lo viene haciendo desde hace mucho tiempo. ¿En dónde se puede ejercer la profesión? ¿Existen medios privados? ¿Cuál es el grado de libertad de esos miembros privados? ¿Esta la posibilidad de trabajar en medios públicos?

-Efectivamente, bajo un punto de vista teórico, tenemos una diversidad de medios, tenemos medios privados independientes, medios privados coptados por el gobierno y medios públicos pero que no cumplen una función pública sino que son más bien aparatos de propaganda.

En el caso de los medios privados pero que están muy controlados por el Estado, como es el caso de la televisión y la radio, se puede trabajar allí, pero hay muchísima censura y auto censura.

En los medios públicos prácticamente tienes que hacer un acto de fe porque ahí lo que se hacen son programas para Nicolas Maduro y, antes, para Hugo Chávez.

Entonces, en la práctica se reduce el espacio a un conjunto de medios digitales que son medios independientes pero que son muy chicos, son medios en los cuales, a lo mejor, trabajan 8 o 10 periodistas. Eso hace que el mercado de trabajo en Venezuela se haya acortado mucho. Fíjate que con toda esta ola migratoria que ha habido de venezolanos buscando otras oportunidades en el exterior, hay muchísimos, periodistas venezolanos que han emigrado.

-¿Hay periodistas detenidos en Venezuela?

-En este momento hay uno, que se llama Roland Carreño, es un periodista muy conocido, productor de televisión. En su caso hay una línea entre lo que era su trabajo periodístico y su perfil de activista político, y ahí el gobierno no ha aclarado bajo que condición está preso.

Pero bueno, ese periodista, Roland Carreño, está preso. Luego, el año pasado, a propósito de la pandemia tuvimos varios casos de periodistas que fueron detenidos por algún tiempo y luego liberados. Hay personas que dieron cifras no oficiales durante la pandemia o que reprodujeron una versión distinta a la oficial [y fueron detenidos].

En el caso de la Covid 19 hubo por lo menos dos o tres casos de esa naturaleza, lo que ha sido más usual en los últimos tiempos es el tema de cerrar medios, especialmente emisoras de radios pequeñas en las provincias. El año pasado se registraron 18 cierres de emisoras de radio, en algunos casos en situaciones donde, por ejemplo, recuerdo un caso muy claro, en una zona del oriente de Venezuela, donde llegaron 200 efectivos militares a cerrar una estación de radio ubicada en un pequeño pueblo

-Y en términos de libertad de expresión, de los ciudadanos o de los usuarios de las redes sociales. ¿También hay persecución a militantes digitales como los que suelen tener los partidos en todas las democracias del mundo?

-Fíjate que ha habido algunos casos. En los últimos tiempos, no. Hubo un momento, entre 2015 y 2017, donde hubo varias detenciones de personas que por twittear y colocar mensajes que eran críticos hacia el gobierno de Maduro terminaron encarcelados y torturados, hay varios casos. Hay un capítulo entero en lo que es el informe de la misión de verificación de los hechos de la ONU dedicada a los twitteros. En este momento no está ocurriendo eso, pero tenemos precedentes cercanos. Si percibo que hay mucha gente que se cuida. Es decir, cuando tu conversas con muchas personas y activistas en Venezuela, mucha gente está teniendo cuidado con lo que dice, con lo que escribe y con lo que expresa.

– Venezuela fue, tal vez, el primer lugar donde se empezó en América Latina, hace algunos años, a hablar de leyes audiovisuales o leyes de medios, como le decimos por aquí, con argumentos prácticamente irrebatibles como, por ejemplo, democratizar las voces, ampliar los ámbitos de expresión y demás. Esas leyes de fueron expandiendo por muchos países de la región como Ecuador, Argentina o Uruguay. Muchos de ellos han ido retrocediendo sobre esas regulaciones. ¿Cómo era la Venezuela de aquellos años cuando se sancionó la ley RESORTE, de responsabilidad social en radio y televisión, y como es hoy?

-Fíjate que es bien interesante. Efectivamente, cuando uno revisa lo que fue, incluso, la discusión en los años 2003 a 2005, había debates bien interesantes para democratizar el espectro radioeléctrico y efectivamente, generar una trama de producción nacional independiente.

Es decir, desde un punto de vista de quienes comulgamos con la democratización de la comunicación parecía que se venía un periodo bien interesante. Antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, en lo que fueron las décadas de democracia previa a Chávez, habíamos estado bajo un duopolio de dos grandes corporaciones mediáticas que controlaban la televisión y otros ámbitos de la comunicación y la publicidad.

La llegada de Chávez encendió la polarización, la mayoría de los medios privados asumieron una posición de confrontación, cayeron, yo creo, en el discurso. Chávez los quiso involucrar en el ring de boxeo y esos medios cayeron dándole muchos argumentos para luego cuestionar el papel del periodismo y de los medios en Venezuela.

Se cumplen 15 años de esa ley de responsabilidad social [se sancionó a finales de 2004], que ha sufrido diversas reformas para hacerla más punitiva y controladora, hoy esa ley básicamente para lo que sirve es para sancionar a las posiciones criticas en la radio y en la televisión. Este cierre de las emisoras de radio que te comenté, las 18 que cerraron el año pasado [2019], básicamente se hace bajo el esquema de usar esta ley para presionarles.

Lo que era la promesa de la producción nacional y esa diversidad no ocurrió, hoy tenemos una gran voz que es la voz del estado, la voz del presidente que de alguna manera multiplica su mensaje, su propaganda en el sistema de medios radioeléctricos de Venezuela.

-¿Cuál es la situación de la infraestructura de conectividad? Ya no hablamos de la comunicación de los grandes medios del siglo XX sino de las herramientas de comunicación del siglo XXI que están al alcance de los ciudadanos. En Venezuela, ¿Es accesible? ¿Funciona? ¿Se ha deteriorado?

-Allí también hay algo interesant. Entre 2004 y 2006, el gobierno de Chávez, hay que recordarlo, destinó recursos a la expansión del Internet. Eso hizo que, por ejemplo, recuerdo muy claramente, en algunas poblaciones rurales se llevara internet satelital para que la gente pudiera conectarse.

En la medida en que fueron cerrando los medios tradicionales, las redes sociales, en particular Facebook o Twitter, pasaron a ser como el caballo de batalla de las voces opositoras o disidentes. Eso llevó a que el gobierno restrinja lo que está en Twitter, por ejemplo. De todas formas, la velocidad y la calidad de la conexión en Venezuela es tan baja que realmente quienes pueden estar conectados somos realmente una minoría.

Fíjate que hoy en Venezuela, según las cifras oficiales de la Conatel, la comisión nacional de telecomunicaciones, hoy en día el 40% de los venezolanos no tiene acceso a Internet, el ¡40%!, el otro 60%, que sí tiene, disfruta de un Internet que tiene la más baja calidad y velocidad de América según los reportes internacionales y a eso se suman constantes apagones y fallas eléctricas que hacen que tengamos una situación muy intermitente en el servicio.

-¿Hay sitios bloqueados? ¿El acceso desde Venezuela esta bloqueado a determinados sitios?

-Si, por ejemplo, yo hago un programa de radio donde leo titulares, reviso unos 20 medios digitales de Venezuela. Por lo menos cinco de esos 20 medios están bloqueados y tengo que usar una VPN para poder revisarlos. Según las estadísticas de una ONG de libertad de expresión, el año pasado fueron bloqueados una veintena de medios digitales y algunos de ellos siguen bloqueados.

-Describiste el deterioro de la comunicación, del acceso a la información, del acceso al debate público a través de medios tradicionales, pero también a través de la participación directa en las plataformas digitales, en tu opinión ¿Cuánto ese deterioro tiene relación con el deterioro de la democracia en Venezuela?

-Muy buena pregunta, José. Eso ha ido de la mano. Es decir, fíjate que esta entrevista nos ha permitido pasearnos por un primer contexto en el que el chavismo estaba en el poder pero tenía una vocación a la democratización; luego influyeron diversos factores, la propia permanencia en el poder, y ya estamos hablando de 20 años de los mismos actores.

Creo que en la medida en que estos actores políticos optaron por permanecer en el poder de manera indefinida, que es lo que de hecho a ocurrido, en esa misma medida perdimos democracia y libertades y se fue cercando al periodismo.

Hay una interacción muy clara entre un sistema que en su origen fue democrático y que hemos visto paulatinamente como se ha corroído esa democracia y al mismo tiempo pues también ha significado por la vía de los hechos un gran deterioro para la libertad de expresión en Venezuela. Hoy, muchos venezolanos están, francamente desinformados e incomunicados. Ese 40%, hemos dichos, son grupos focales en poblaciones rurales, en pequeños poblados donde la gente está días sin Internet porque no tiene luz y sin posibilidad de ver prácticamente ninguna información.

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