Aníbal Jozami es sociólogo y docente especializado en Relaciones Internacionales. Desde 1997 es rector de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref). Es, además, director general y fundador del Muntref. En 2011, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró personalidad destacada de la Cultura por su aporte al crecimiento del Muntref.
A mediados de 2018, Jozami explicó en #TMTConversaciones su visión acerca de las crisis recurrentes y por qué han fracasado todos los intentos integracionistas en los países del sur.
-Iba a decir gracias por venir, pero en realidad es gracias por recibirnos aquí en el Mutref [donde se desarrolló la segunda temporada del ciclo #TMTconversaciones]
-Como ustedes saben, una parte de este edificio del Hotel de Inmigrantes está concesionada por el Gobierno nacional a la Untref. Gracias a eso, hemos podido desarrollar aquí el Museo de la Inmigración que era un viejo proyecto que había en la Argentina. Nosotros hace cinco años lo hemos puesto en marcha con un gran éxito de público y con una gran repercusión internacional. Por la forma en que está planteado el museo iniciamos un nuevo camino, la temática de los museos de migraciones.
-Además, es pasado y presente. El museo está al lado de la Dirección Nacional de Migraciones, donde todo el tiempo hay un fluir de gente que proviene de países limítrofes o lejanos
-Eso marca claramente la diferencia entre las migraciones, porque el museo hace referencia a las migraciones tradicionales que fueron fundamentalmente de europeos con distintas variantes, según las distintas épocas y las distintas causas, que motivaron esas migraciones. Por otro lado, tenemos la realidad de hoy que es la migración de los países limítrofes y el resto de los países sudamericanos. La Argentina es el país que tiene la ley de migraciones más amplia que existe a nivel mundial.
– Lo tenemos en la Constitución de hecho
-Lo tenemos en la Constitución, por eso la primera sala del museo de inmigrantes se llama “Para todos los hombres del mundo” haciendo referencia a esa frase que de la Constitución.
La ley de migraciones que surgió en los años 70, que después fue mejorada, es la ley más amplia y más permisiva que existe a nivel mundial. Eso está haciendo que hoy sigan entrando 250.000 personas por año a la Argentina en carácter de migrantes.
-¿Por qué la Untref hace esta apuesta tan fuerte a la cuestión de los museos, el arte o lo audiovisual?
-Para hacer referencia a eso, tenemos que hacer un poco de teoría sobre lo que es una universidad. La historia universitaria argentina está marcada por la Reforma Universitaria de 1918. Los postulados de la misma siguen siendo vigentes, fue uno de los pocos momentos en que la Argentina realmente tuvo repercusión internacional.
Siempre recuerdo una frase de Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que dijo que el APRA era fruto del matrimonio entre la Revolución Mexicana y la Reforma Universitaria de Córdoba.
Muchos movimientos importantes de América Latina reconocieron a la reforma como uno de los elementos constitutivos de su pensamiento porque uno de los aspectos planteó fue la necesidad de que las universidades salieran a la calle y que iniciarán una acción extramuros, es decir, que no se quedarán concentradas en la mera actividad de una universidad que es la enseñanza, la formación de profesionales el desarrollo del conocimiento y la profundización de la investigación.
«La historia universitaria argentina está marcada por la Reforma Universitaria de 1918. Los postulados de la misma siguen siendo vigentes, fue uno de los pocos momentos en que la Argentina realmente tuvo repercusión internacional»
La Untref ha tomado al pie de la letra esto porque, además, hay otra particularidad: la situación económica de los últimos tiempos de nuestro país. Las universidades están financiadas por el presupuesto nacional, en nuestro caso el mismo no cubre la totalidad de las erogaciones de la universidad. Tenemos otras fuentes de recursos, justamente gracias a las actividades que desarrollamos, que nos permiten completar ese presupuesto.
Esto tiene que ver también con otro presupuesto teórico: si las universidades son un centro donde se acumula materia gris, ésta tiene que servir para autofinanciarse. Así no dependen, en nuestro caso, del presupuesto del Estado.
Hoy en día, la plata que recibimos viene en un gran porcentual de familias que no tienen la posibilidad, ni la satisfacción, de poder ver a sus hijos llegar a la universidad por su situación económica. Eso implica que nosotros, como institución, tenemos que salir a inmiscuirnos totalmente en la vida de la sociedad. Eso hizo que tengamos desarrollos muy importantes a nivel deportivo, científico y cultural. Tenemos cinco museos, un teatro, dos orquestas, un departamento de producción audiovisual y un canal de televisión.
Todas esas cosas son formas de participar en la vida de la sociedad y de desarrollar actividades, que impliquen ingresos para la universidad, para tratar de descargar al erario público parte de nuestro peso.
«Si las universidades son un centro donde se acumula materia gris, ésta tiene que servir para autofinanciarse. Así no dependen, en nuestro caso, del presupuesto del Estado»
-¿La inversión que hace el Estado en formación universitaria es equiparable a la de otros países del mundo? El resultado que se obtiene con esa inversión, ¿es acorde al volumen de lo que se invierte?
-El presupuesto que se invierte en Argentina para educación es sumamente bajo comparado con cualquier país del mundo, no es necesario ir demasiado lejos, simplemente con pensar en Brasil ya tenemos una diferencia sumamente desfavorable.
Y es cierto que las universidades tienen muchos aspectos que mejorar, es cierto que tienen que plantearse que sus carreras tengan una pertinencia lógica con el mundo de la producción y con el conjunto de necesidades sociales para que tenga sentido que esa carrera exista.
-Y con la época, ¿no?
-Cuando hablo de la pertinencia me refiero a que no tiene sentido que haya determinada carrera en una universidad, si a pocos kilómetros hay otra que también la tiene. Tiene que haber una planificación.
Además, hay otro aspecto. Las comparaciones sobre índices de graduación son correctas, pero hay que hacerlas de una manera apropiada. No es lo mismo calcular el índice de graduación de una universidad privada donde los estudiantes pagan cientos de dólares por mes para estudiar, con el índice de graduación de universidades públicas donde un altísimo porcentaje de los estudiantes proviene de familias muy humildes, son su primera generación de estudiantes, y tienen todo el contrapeso que eso implica.
Los jóvenes salen del secundario con un nivel que no tiene mucho que ver con el secundario tradicional de nuestro país de años atrás. Eso hace que los índices de graduación no se puedan medir tan estrictamente.
Los índices de graduación son buenos, pero teniendo en cuenta que en muchos casos tienen esa necesidad de trabajar y de tener materias suplementarias para equilibrar sus conocimientos demoran un poco más.
«Cuando hablo de la pertinencia me refiero a que no tiene sentido que haya determinada carrera en una universidad, si a pocos kilómetros hay otra que también la tiene. Tiene que haber una planificación»
-¿Por qué las universidades nacionales han funcionado como agencias de empleo del Estado?
-No sé si agencia de empleo es la denominación más adecuada. Las universidades han firmado convenios con los gobiernos, no sólo desde la época del kirchnerismo sino desde muchísimo antes. Desde actividades científicas hasta actividades deportivas, pasando por cuestiones administrativas.
En algunos casos, haciendo referencia concretamente al caso de la universidad que dirijo, tenía que ver con suplir faltas administrativas de los distintos ministerios. Entonces se llevaban adelante determinados proyectos como Tecnópolis o el Centro Cultural Kirchner, pero sin dotar a la institución de la cual esas entidades dependían de una estructura administrativa. Se encontraban con la necesidad de pagar a lo mejor cientos o miles de sueldos todos los meses, lo cual requiere una estructura administrativa que esas instituciones no tenían. En esos casos, a nosotros se nos encargaba el pago del personal, la selección del personal y de los becarios.
Una mala interpretación de las cifras hizo que se generase cierto impacto periodístico diciendo que a determinadas universidades se les habían dado tantos millones de pesos. Si uno se molestaba en analizar para qué se habían gastado esos millones de pesos se veía que era el pago de sueldos. Lo que se hizo fue suplir este carencias del Estado, que tiene que ver con uno de los roles que tiene que tener una universidad.
-¿Qué dejó y cómo sigue en el futuro Bienalsur?
-Bienalsur es algo que parecía imposible. Me acompañaron en la creación de este proyecto y en el desarrollo del mismo, Diana Wechsler, Marlise Ilhesca y Martín Kaufmann.
Bienal Sur es la bienal internacional de arte contemporáneo de América del Sur. Ha pasado a ser una bienal internacional de arte contemporáneo de los países del sur, entendiendo al sur con un criterio no meramente geográfico, sino cultural y político.
Nosotros creemos que el arte no sólo es un paliativo para los que sufren la desigualdad social, en una región del mundo que tiene los más altos índices de desigualdad y de inequidad, sino que también es un elemento que sirve para traspasar fronteras. Por eso, nos planteamos hacer una bienal de arte que estuviera en una serie de países, en una serie de ciudades al mismo tiempo, y que todas esas muestras estuvieran interconectadas.
Si vos ibas al Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires te encontrabas, luego de ver la exposición, con dos pantallas. Por una de las mismas podías ver las otras muestras, en total fueron 84 muestras en 32 ciudades de 16 países. En la segunda, podías establecer un sistema de diálogo con cualquier persona que estuviera siendo público, en ese momento, de cualquiera de esas otras exposiciones. Creamos un sistema de diálogo entre los distintos públicos.
-Una suerte de conversación
-El desconocimiento es uno de los elementos que tienen todos los fracasos integracionistas que se dieron en los países del sur. Todos estamos mucho más acostumbrados a mirar hacia arriba, a Europa o Estados Unidos, que a mirar al vecino. Esto es lo que nosotros, a través del arte, quisimos superar.
La primera edición de Bienalsur fue realmente un éxito, tanto desde el punto de vista de la adhesión del público y del efecto político en el mejor sentido de la palabra. Bienalsur es un proyecto totalmente político, pero al mismo tiempo separado de las cuestiones partidarias. Es un intento de llegar, a través del arte y la cultura, a nuevos públicos y de incorporarlos al mundo de la cultura. A veces digo que es una bienal policlasista porque abarcamos todos los tipos de públicos posibles.
«Nosotros creemos que el arte no sólo es un paliativo para los que sufren la desigualdad social, en una región del mundo que tiene los más altos índices de desigualdad y de inequidad, sino que también es un elemento que sirve para traspasar fronteras»
-En alguna otra entrevista dijiste que, para los argentinos, la cultura es una suerte de refugio porque el consumo cultural y la práctica de actividades culturales no decae ni en las peores épocas de crisis
-Claro, a veces hago referencia a un hecho anecdótico que me tocó vivir. Tres días antes de la caída de De la Rúa, en esa época yo era director del Banco Ciudad, abrimos la primera edición de los Premios Banco Ciudad a las artes visuales y fueron 4000 personas. Yo estaba maravillado porque pensaba que no iba a ir nadie en medio de la situación en la que estaba viviendo en el país.
La cultura es un refugio espiritual, no sólo como algunos piensan desde el punto de vista económico. La gente se ve menos alterada por los sucesos políticos que en otro tipo de actividades.
-Como sociedad, ¿por qué tenemos crisis cíclicas tan frecuentes?
-Hay elementos que tienen que ver con cuestiones económicas que cualquier economista las explicaría quizás seguramente mejor que yo.
Yo creo que somos un país que no nos hemos terminado de integrar. En definitiva, nuestra locura por el dólar, que es muy distinta a la que ocurre en otros países latinoamericanos, es una de las tantas consecuencias. No somos un país donde la gente haya conectado realmente con sus orígenes. Somos una sociedad muy integrada desde el punto de vista que a todos nos gusta el asado o que a todos nos puede gustar el fútbol. Pero, cuando se dieron los atentados contra la AMIA y contra la embajada de Israel era común, incluso en los programas de televisión, que la gente hablaba del atentado contra los judíos.
Eso no era un atentado contra los judíos porque cualquiera, fuese o no judío, que estuviese en la calle Arroyo cuando explotó la bomba moría exactamente igual que un rabino que podía estar adentro.
Cuando sucedió el atentado a las Torres Gemelas, a las pocas horas la gente se estaba manifestando, todos unidos, diciendo ‘We are America’. A nosotros nunca se nos hubiera ocurrido decir ‘nosotros somos argentinos’.
Ser un país de inmigración es un gran mérito y una gran ventaja, pero tiene su costado malo. Por distintos motivos no se terminó de dar una integración. Alguien dijo ‘nadie se realiza en una comunidad que no se realiza’.
Hacé tu comentario